La vampira de Venecia
Víctima de la peste
VAMPIRA VENECIANA
La sorprendente noticia del descubrimiento de una "vampira veneciana" aparecía el pasado lunes 9 de marzo en diferentes revistas y periódicos hispanoamericanos (gracias Corona por ponernos sobre aviso). En la mayoría de los medios el texto venía acompañado de una impactante foto en la que podía apreciarse un cráneo con un ladrillo incrustado entre sus mandíbulas abiertas.
Como fuente, algunos medios señalaban la Agencia EFE, otros nos dirigían directamente a una reseña en la web de la revista NewScientist.
La escueta nota de la Agencia EFE afirmaba lo siguiente:
Revelan esqueleto de un supuesto 'vampiro'
Un grupo de científicos revelaron la imagen del esqueleto de un supuesto 'vampiro' encontrado en Venecia, Italia, el 6 de marzo del 2009.
Los restos del 'vampiro' fueron encontrados en una tumba en una laguna de Venecia, según afirmaron expertos en antropología forense.
Matteo Borrini, investigador de la Universidad de Florencia, aseguró que él y su equipo descubrieron el esqueleto de una mujer de la Edad Media cuya calavera habían sido empalada a través de la boca con un ladrillo, método tradicional de asegurarse de que los vampiros no podrían volver a alimentarse de sangre.
EFE
Y así es; el equipo de investigadores de la Universidad de Florencia, dirigido por el científico italiano Matteo Borrini, doctor en Arqueología y Antropología Forense, sacó a la luz los restos de una mujer del siglo XVI cuyo cráneo, el mismo que aparece en las fotografías, presentaba un ladrillo incrustado entre sus mandíbulas. Según algunas fuentes el hallazgo se produjo el pasado día 6 de marzo; pero en realidad se habría producido en el año 2006, pocas semanas después de que el equipo dirigido por el doctor Borrini descubriera una fosa común el 26 de abril de ese mismo año en el transcurso de los trabajos que estaban realizando en la isla veneciana de Lazzaretto Nuovo. La fosa común fue abierta por las autoridades durante la Edad Media para enterrar a las víctimas de la epidemia de peste que asoló Venecia en 1576. Es ahora, sin embargo, cuando el descubrimiento del cráneo empalado se ha hecho público.
EL LUGAR
Lazzaretto Nuovo es una pequeña isla en la Laguna veneciana. Se encuentra a apenas tres kilómetros al nordeste de Venecia. Aunque en la actualidad está abandonada es un lugar muy visitado por su importante valor histórico y arqueológico. Se han encontrado huellas de asentamientos en el lugar desde la Edad de Bronce. La isla aparece mencionada por primera vez en un documento escrito fechado en el 1015, y que se refiere a ella como Vigna Murada, "Villa Amurallada". Durante la Edad Media la isla perteneció a los monjes benedictinos de San Giorgio Maggiore. Su nombre actual procede del lazareto u hospital que para albergar y aislar a los enfermos de peste fue instituido allí por decreto del senado veneciano en el año 1468. Poco a poco, en siglos posteriores, la isla se fue convirtiendo en un importante asentamiento estratégico y militar cuyo objetivo era controlar el tráfico naval de la zona.
Los ciudadanos venecianos que tras un examen eran considerados como posibles contagiados eran llevados al Lazaretto Nuovo, donde se les ponía en cuarentena. Si enfermaban se les enviaba al "Lazzaretto Vecchio", el hospital vecino, y más antiguo, en el Lido. Si sobrevivían, eran devueltos de nuevo al Lazaretto Nuovo. Sólo podían salir de allí tras ser sometidos a un minucioso examen que demostrara que estaban completamente sanos. Así pues, la mujer cuyos restos fueron hallados por el equipo de Borrini, etiquetada como ID 6, habría sido una víctima de la peste buvónica que asoló y diezmó Venecia en el año 1576. Al morir la habrían enterrado, junto a otras víctimas, en aquella fosa común.
Una víctima entre miles. Las epidemias de peste que asolaron Europa diezmaron a la población. Hasta 25 millones de personas murieron en la primera epidemia de peste negra que asoló el continente. Se estima que en Venecia, en la epidemia que tuvo lugar entre los años 1630 y 1631, una de cada tres personas murió a causa de la enfermedad, cobrándose hasta 50000 víctimas de entre sus 150000 habitantes, un tercio de la población. La epidemia de 1576, fue aún peor. Se llevó la vida de 65000 venecianos.
LA HIPÓTESIS DE BORRINI
Según el arqueólogo italiano, la peste ayudó a difundir la creencia de que eran ciertas mujeres vampiro las que transmitían la enfermedad. Borrini se refiere a los nachzehrer, los "masticadores de sudarios", o más bien, en una traducción más literal, "devoradores nocturnos", cadáveres que según se creía en algunas regiones del norte de Europa devoraban sus sudarios dentro de sus sepulturas haciendo un macabro ruido que se podía oir desde la superficie. La creencia en los nachzehrer es un mito bien conocido por los aficionados a la upirología, familiarizados con la obra de Michaël Ranft, Dissertatio historico-critica de masticatione mortuorum in tumulis, en la que el diácono alemán habla extensamente del tema citando supuestos casos de nachzehrer descubiertos en sus tumbas.
Según Borrini era creencia desde la Edad Media que los nachzehrer, una vez enterrados comenzaban devorando su sudario para pasar a devorar después la carne y la sangre de sus compañeros de sepultura hasta que se encontraban lo suficientemente fuertes como para salir de su tumba y propagar la enfermedad. El origen del mito para Borrini tiene su explicación en la interpretación errónea por parte de los sepultureros de algunos fenómenos que observaban en algunos cadáveres y que tienen por otra parte una explicación perfectamente natural. Por una parte a veces eran testigos de casos de espasmos post mortem que provocaban la apertura de las mandíbulas de algunos cuerpos dando origen a la idea del muerto "masticador". Por otra, a veces presenciaban como surgía sangre de la boca de los cuerpos de algunos muertos por enfermedad, algo habitual en los fallecidos a causa de la peste. Y de aquí habría surgido la asociación entre peste y hematofagia. A todo ello hay que sumar que cuando en algunas ocasiones se desenterraban cuerpos previamente sepultados los restos presentaban orificios en sus sudarios justo encima de la boca, o éstos se habían introducido en la boca, ahuecándose en su interior. Inevitablemente aquello sería interpretado como prueba de "masticación", de que el cadáver había deglutido su porpia mortaja. Borrini señala que los orificios en el tejido, o el que el paño se introdujera en la boca del difunto se debían al deterioro sufrido por la humedad y los gases emanados desde el interior del curpo como resultado de la descomposición realizada por las bacterias.
Según afirma Borrini en una entrevista al diario italiano Focus, "los testimonios de la época son el fruto de una incorrecta interpretación de los datos tanatológicos. Los conocimientos sobre las modificaciones sufridas por los cadáverse se limitaban a un tiempo muy breve justo después del deceso, que comportan el enfriamiento del cuerpo y la rigidez muscular dejando intactas las características del difunto. Las etapas que sucedían a ésta tenían lugar en la sepultura, que en general se volvían a abrir al cabo de años, con lo que un segundo contacto con el cuerpo se producía sólo cuando el cuerpo se había reducido a un esqueleto. Ésta era la causa de que se identificara al difunto o bien con un cuerpo rígido y frío, o con un montón de huesos blanqueados". Pero lo que no se llegaba a ver era la etapa ensifematosa, periodo con una duración de unos tres o cuatro meses durante el cual el cuerpo se hincha por efecto de los gases producidos por la descomposición. Si el cuerpo era desenterrado al poco de ser sepultado, cosa que ocurría con frecuencia durante la epidemia al verse obligados los enterradores a abrir la fosa para enterrar nuevas víctimas, se sorprenderían al ver el cuerpo "intacto" y "gordo", como si se hubiera alimentado de algún modo en su tumba. Si entonces el "vampiro" era atravesado con algo punzante, como una estaca, los líquidos residuales presentes en el abdomen emergerían y serían fácilmente confundidos con sangre. Muchos testigos de un evento de estas características creerían que el cadáver tenía el estómago lleno con la sangre de sus víctimas, y que así era como había engordado.
En Grecia, por ejemplo, a tales cuerpos se les llamaba "tympaniaios", literalmente "semejantes a un tambor", por su piel tersa y tirante debida a la hinchazón. Recordemos que en aquel mismo siglo XVI en el que vivió la "vampira" veneciana el sacerdote griego Leo Allatius fue testigo en su Chios natal del descubrimiento de uno de aquellos tympaniaios. Cuando se descubrían tympaniaios en su tumbas pronto se les calificaba de vampiros o vrykolakas y se procedía a "ejecutarlos" para evitar sus incursiones fuera de la tumba.
Entre algunos de los métodos para acabar con las actividades de los supuestos vampiros, como los aficionados a la upirología conocen bien, están los de obstruir la garganta o las mandíbulas del cuerpo sospechoso, ya sea llenándole la boca con tierra, piedras u otros objetos; ya apuntalándolos a la tierra con clavos o cuchillos; o atravesando sus mandíbulas con un ladrillo, como es el caso de la mujer encontrada en la Laguna veneciana. Estos métodos se emplearían especialmente contra los "comedores de sudarios", a los que se culpaba de transmitir la enfermedad. Y lo cierto es que la relación entre el no muerto y las enfermedades infecciosas son una constante en la amplia casuística del vampirismo. En toda Europa se encuentran vestigios de una creencia universal según la cual los retornados traen consigo todo tipo de pestilencias y enfermedades mortales, amén de catástrofes meteorológicas. La relación entre enfermedad contagiosa y epidemias de vampirismo fue observada enseguida por los médicos que se ocuparon del tema durante las oleadas de vampirismo que asolaron Europa.
Posiblemente los enterradores, señala Borrini, al abrir la fosa para enterrar nuevos cuerpos habrían hallado a la mujer, sepultada por ellos mismos tiempo atrás, más o menos entera, aún sin descomponer, y mostrando los fatídicos signos del nachzehrer, por lo que habrían decidido llevar a cabo el ritual tradicional de insertar un ladrillo entre sus mandíbulas. En palabras del propio Borrini: "Seguramente ésto fue lo que ocurrió en el Lazzaretto Nuovo; durante la excavación para depositar una nueva víctima de la peste los enterradores se encontraron con un cuerpo íntegro, al menos desde su punto de vista, con el sudario consumido al nivel de la boca. Por tanto, localizado el probable nachzehrer responsable de la epidemia, lo neutralizaron sustituyendo el sudario por un ladrillo". Al parecer golpearon tan fuerte que el ladrillo destrozó varios dientes superiores del cráneo de la supuesta vampira.
Los datos sobre el hallazgo y la interpretación que Borrini y Emilio Luzzonese le han dado al mismo fueron plasmadas por ambos científicos en un artículo publicado en noviembre de 2010 en el Journal of Forensic Sciences. El artículo, que puede consultarse aquí. Hemos traducido el texto aquí.
Y LLEGA LA CONTROVERSIA
El descubrimiento no ha estado exento de controversia; en realidad no tanto el descubrimiento como una afirmación un tanto apresurada realizada por el doctor Borrini al exponer su trabajo recientemente en Denver el pasado mes de febrero, en un encuentro de científicos y profesionales de la Academia Americana de Ciencias Forenses (AAFS). Borrini asegura que el cráneo y los restos de la mujer veneciana constituyen el primer caso de un cadáver de un supuesto vampiro estudiado desde el punto de vista forense. Según sus declaraciones nos encontrábamos ante las primeras "pruebas arqueológicas de un exorcismo contra los vampiros".
Esta afirmación fue puesta en duda, con razón por otra parte, por el profesor Peer Moore-Jansen, actual presidente del departamento de Antropología de la Universidad Estatal de Wichita del estado de Kansas en Estados Unidos.
Profesor Peer Moore-Jansen (izquierda), y el Dr. Matteo Borrini (derecha).
El profesor Moore-Jansen afirma haber encontrado cadáveres en Polonia cuyos cráneos, como el hallado por Borrini, habían sido atravesados con ladrillos u objetos semejantes incrustados entre sus mandíbulas. Según Moore-Jansen, si bien el descubrimiento de Borrini resulta excitante, "afirmar que se trata del primer vampiro es un poco ridículo".
Si bien no es el primero el hallazgo de Borrini, como señala el propio Moore-Jansen resulta, desde luego, muy interesante. Toda la comarca de Istria, y la región que fuera antaño la tierra de los antiguos vénetos, la tribu celta cuyo nombre es el origen del de la propia Venecia, presenta una importante tradición vampírica, sin olvidar las historias que circulan aún hoy en día sobre cultos vampíricos en la ciudad de los canales, como sugería veladamente Jean Paul Bourre en su Le Sang, La Mort et le Diable (La Sangre, la Muerte y el Diablo).
Pero efectivamente, como dice Moore-Jansen, no es el primer cuerpo descubierto y estudiado por profesionales que presenta signos de haber sido tratado como sospechoso de ser un vampiro. Y de hecho cadáveres atados de pies y manos, estacados, con sus miembros cortados, apuntalados, etc, métodos todos ellos bien conocidos para evitar que el difunto regrese para agredir o alimentarse de los vivos, se han hallado en diferentes partes del mundo. En Vampiros. Bestiario de Ultratumba mencionamos la necrópolis de vampiros encontrada en la República checa, los cuerpos medievales que en diferentes lugares también de este país centroeuropeo se han encontrado con muestras de haber sido ejecutados como vampiros, o los cadáveres de supuestos no muertos ajusticiados hallados en la costa este de los Estados Unidos. En otro artículo, continuación de éste, hablaremos de esos otros "vampiros" a los que se suma la "vampira" veneciana del dr. Borrini, auténticas pruebas arqueológicas de una creencia universal.
EXTRAÑAS INTERPRETACIONES
La noticia, como suele ocurrir a veces, ha sido interpretada en algunos medios de forma rocambolesca. Así, y dejando de lado los bailes erróneos de fechas y erratas similares (como que los restos hallados eran del siglo XIV), en algunos sites hemos llegado a leer que debido al profundo "oscurantismo" las autoridades venecianas en lugar de investigar las causas de la enfermedad habrían decretado que los vampiros eran los culpables de la pandemia mandando ejecutarlos en el modo que sugiere la imagen de la calavera empalada con un ladrillo. En realidad la "ejecución" post mortem de la supuesta mujer vampiro veneciana parece haber sido, en nuestra opinión, un hecho puntual, anecdótico, que probablemente habría sido realizado al momento por los enterradores, y no una medida oficial decretada por las autoridades.
Aún más extraña resulta la afirmación de que en el siglo XVII sólo las mujeres podían ser vampiras o vampiresas. Además de lo erróneo del siglo (la peste que mató a la supuesta vampira tuvo lugar en 1576) no es cierto en absoluto que se pensara que sólo las mujeres podían convertirse en vampiros al morir. Por otra parte el término correcto para una mujer vampiro es vampira, y no vampiresa, palabra que deriva de la voz vampiro, pero que no se emplea para designar a no muertas, sino a mujeres vivas.
No menos curiosa es la afirmación que hemos encontrado en otro site de que según la creencia popular los vampiros "fingían estar muertos" en tiempos de peste para que se les enterraran en fosas comunes y poder así alimentarse de la sangre de los cadáveres. Y es que el tema ya es lo bastante chocante como para acompañarlo de interpretaciones tan fabulosas como el propio mito.
© 2009. Del texto y traducciones, Javier Arries