Libro

El vampiro de Libavá

(poco antes de 1749)


Este es un caso recogido por Dom Calmet en su Dissertation sur les revenants en corps, les excommunies, les oupirs ou vampires, brucolaques. Lo hace en el capítulo 51, titulado Aplicación de estos ejemplos al vampirismo. Traducimos del original francés, edición de 1751:

«Un sacerdote de espíritu noble me contó que hacía poco tiempo, viajando por Moravia, fue invitado por el Señor Jeanin, Canónigo de la Catedral de Olmutz [Olmuz en el original], para que le acompañara a su ciudad, llamada Liebava, donde había sido nombrado Comisario por el Consistorio del Obispo, para informar de las andanzas de cierto vampiro famoso, que había causado muchos desórdenes en aquella ciudad de Liebava hacía algunos años.

Se procedió a ello, se escuchó a los testigos, se observaron las reglas ordinarias del Derecho: los testigos declararon que cierto habitante notable de Liebava había molestado por las noches a los vivos de dicho lugar con frecuencia; que salía del cementerio, y se detenía en un buen número de casas desde hacía tres o cuatro años; que sus visitas inoportunas cesaron, porque un extranjero húngaro pasó por la ciudad en el tiempo en que ocurrían estos escándalos, presumía de poder hacer desaparecer al vampiro. Para cumplir su promesa, se subí al campanario de la iglesia, y observó el momento en que el vampiro salía de su tumba, dejando al lado de la fosa los lienzos del sudario en los que estaba envuelto, para ir a molestar a los habitantes de la ciudad.

Al verle salir de la fosa, el húngaro bajó rápidamente del campanario, tomó los lienzos del sudario del vampiro, y se los llevó con él a lo alto de la torre. Cuando regresó el vampiro de sus andanzas, al no encontrar sus vestiduras, gritó fuerte contra el húngaro, el cual le hacía señales desde lo alto de la torre. Si quería recuperar sus hábitos, tenía que ir a buscarlos: el vampiro comenzó a subir al campanario; pero el húngaro le derribó de la escala, y le golpeó la cabeza con una azada. Así acabó esta tragedia.

Quien me contó esta historia, no vio nada, ni tampoco el Señor que había sido nombrado Comisario. Ellos tan sólo escucharon el informe de los paisanos del lugar, gentes ignorantes, muy supersticiosas, muy crédulas, y convencidos hasta la médula de la realidad del vampirismo.»

El suceso, que según el propio Calmet dice le fue narrado por un sacerdote que estuvo en el lugar de los hechos, debió ocurrir antes de la publicación de la primera edición de su Tratado; es decir, poco antes de 1749. En cuanto al lugar, Liebava en el original, debe ser una localidad cerca de Olmutz, en la republica checa. El investigador Rob Brautigam, mirando sobre un mapa de carreteras actual ha propuesto la ciudad de Meste Libavá, Stadt Liebau en alemán, muy próxima a Olmutz (a unos 30 kilómetros al noreste de esta última), como candidata. Se encuentra exactamente en las siguientes coordenadas:  49° 43' 19''N, 17° 31' 4''W. En un mapa antiguo de Moravia que hemos consultado, Meste Libavá aparece como Lieba, no habiendo topónimos parecidos cerca de Olmutz. Parece muy probable entonces que este sea el lugar al que Calmet denomina Liebava.

Con todo, Calmet, ya de por sí escéptico, se muestra muy reacio con este caso, y verdaderamente hay en el relato elementos que no encajan en el típico suceso de vampiros, elementos demasiado fantásticos que no parecen encajar en algún suceso real más o menos distorsionado. Parece que se le han añadido bastantes elementos legendarios extra. Rob Brautigam ha señalado que el caso parece haber inspirado a Goethe su poema Der Todtentanz, la Danza de la Muerte. En el poema, un guardia apostado en la torre de una iglesia ve como a medianoche los muertos salen de sus tumbas, se despojan de sus sudarios, y se unen para bailar la Danza de la Muerte. El guardia baja, roba una de las mortajas y vuelve a subir. Acabada la danza los muertos vuelven a sus tumbas, menos el propietario del sudario robado que intenta recuperarla; pero no puede entrar en la iglesia debido a los crucifijos de metal que hay sobre la puerta, de modo que comienza a trepar por el muro. Cuando casi está a punto de agarrar al aterrorizado ladrón el reloj de la iglesia suena y el muerto cae de la torre. Como apunta Brautigam, o bien Goethe leyó el tratado de Calmet, o se trata de un cuento antiguo en el que el poeta encontró inspiración para su relato.

© 2008. Del texto y traducciones,Javier Arries

Libro

© 2022. Diseño y contenido por Javier Arries

email
Ouroboros

«Bienvenido a mi morada. Entre libremente, por su propia voluntad, y deje parte de la felicidad que trae»