Filonea, la novia de Anfípolis
(356 a.C. ~ 366 a.C)
LAS FUENTES
Filonea es la protagonista de un relato que nos ha llegado gracias a autores griegos. Los hechos se habrían producido entre el 356 y el 336 a.C. en la ciudad de Anfípolis. Se cuenta que una tal Filonea vuelve de la tumba por amor a un joven hospedado en casa de sus padres. Visita al joven cada noche, y regresa a su sepulcro antes del amanecer. Acaba por ser descubierta por su madre, y Filonea cae fulminada en ese mismo instante. La noticia creó un gran revuelo en la ciudad, y sus habitantes se dirigieron a la necrópolis para comprobar, espantados, que el cuerpo de la joven, efectivamente no descansa en su tumba.
No podría decirse que se trata en realidad de un vampiro, pues en el relato original, si bien amenaza a los padres diciéndoles airada que lamentarán haber interferido en sus devaneos, no parece hacer daño a nadie. Sin embargo en este relato están presentes ya ciertos tópicos de la literatura romántica sobre vampiros que surgiría siglos después: La mujer que vuelve de la tumba, la vampira, está asociada a la sensualidad y a una atracción fatal; muerte y erótica en una combinación de profundos significados simbólicos. De hecho la leyenda de la novia que regresa de la tumba para disfrutar de los placeres del amor inspiró al famoso poeta alemán Goethe su poema La Novia de Corinto, el cual es para muchos el primer texto que sienta las bases del relato romántico de vampiros.
El primero en mencionar esta historia es Flegón de Trales (Publio Elio Phlegon de Tralles), escritor e historiador griego de Tralles, ciudad de Lidia, la actual Aydin en Turquía. Flegón, liberto del emperador Adriano, vivió en el siglo II y entre sus obras se encuentra De los casos de longevidad, un tratado sobre personajes centenarios; y De rebus mirabilis, De las cosas maravillosas), un compendio de hechos y acontecimientos extraordinarios y fabulosos. Es en esta última obra donde Phlegon se ocupó del caso. No obstante no se conserva el texto completo. En el siglo V, el filósofo griego Proclo, menciona el caso en sus Comentarios a la República de Platón. Y él lo habría tomado a su vez de la obra de Naumaquio de Epiro, un médico girego del siglo III d.C. Gracias al texto de Proclo, que complementa al relato incompleto de Flegón sabemos que los hechos habrían tenido lugar en la ciudad de Anfípolis, durante el reinado del rey macedonio Filipo, que reinó a partir del año 382 a.C hasta su muerte en 336 a.C.
Por Flegón sabemos que el relato de los hechos le fue comunicado al rey Filipo en unas cartas escritas por Hiparco y Arrideo. Se decía en ellas que una tal Filinio, hija de Demóstrato y Caritó, ciudadanos de Anfípolis, había muerto poco después de contraer matrimonio con un hombre llamado Crateró, y que transcurridos seis meses de su muerte regresó de la tumba a la casa de sus padres para estar con Macates, un joven que en ese momento era su hueped, pues era hijo de su amigo Peles. Macates y la difunta yacieron juntos furtivamente durante varias noches seguidas. Filinio moría y reaparecía de nuevo noche tras noche con la venia de los dioses infernales, según relató un día que fue sorprendida por todos en casa de sus padres. Después de esta confesión cayó fulminada para no volver a levantarse más. Como los habitantes de la ciudad no daban credibilidad a esta historia fueron a la necrópolis a comprobarlo y encontraron el sepulcro vacío..
Hasta aquí el relato de Flegón; el de Proclo es más prolijo en detalles. Proclo transcribe el contenido de una carta que un magistrado de la ciudad habría escrito al procónsul con objeto de informarle de los hechos. Según dice el joven Macates estaba hospedado en un hostal de la ciudad, y una noche la vieja nodriza de la muerta pasó delante de la puerta de la habitación del joven. Con la lámpara que llevaba pudo ver a la joven difunta acostada al lado de Macates. Asombrada corrió a casa de los padres y los llamó.
Cuando la madre, Caritó, escuchó lo que decía la nodriza le causó honda impresión y se puso a llorar recordando a su hija; pero poco después ordenó a la anciana que se retirara de allí diciéndola que se había vuelto loca. La nodriza se defendió diciendo que estaba bien cuerda y que si no iba a ver a su hija aparecida era por desidia.
La insistencia de la nodriza y la curiosidad la impulsaron por fin a presentarse en el hospicio. Llegó dos horas más tarde, de modo que la pareja estaba dormida, y aunque creía reconocerla por los vestidos y la silueta, resolvió regresar a casa y levantarse temprano para sorprender a la muerta, o, si ya no estuviera, preguntar a Macates acerca del extraño relato de la nodriza..
Al alba la muerta ya no estaba, ya fuera porque se fue o por designio divino. La madre encontró a Macates sólo y le reprochó que la hubiera dejado ir. Se abrazó a las rodillas del joven, y tras relatarle la historia de su hija y como había muerto, le rogó que le contara todo. Trastornado, lo primero que dijo el joven fue el nombre de su amante: Filinio. Después de la primera impresión, y ya más tranquilo, pudo contarle a la mujer como su amante llegó una noche, y como, al manifestarle él su amor, ella le prometió que estaría con él sin que sus padres se dieran cuenta. Para apoyar su relato Macates abrió un cofrecillo y mostró a la madre unos presentes que ella le había dado la primera noche: un anillo de oro y un collar. Al verlos Caritó pegó un grito, se desgarró los vestidos, tiró el listón de su cabeza y se echó al suelo. Los presentes querían ir a enterrar a la muerta, pero Macates los tranquilizó tras prometerles que les avisaría cuando la muchacha volviera.
Cuando cayó la noche la amante llegó a la hora a que acostumbraba hacerlo. Macates se acostó a su lado, pues no creía que hubiera estado yaciendo con una muerta, ya que la había visto comer y beber la primera noche que se presentó ante él. En cuanto a las joyas, pensaba que los ladrones de tumbas habían despojado el cadáver de la hija de Caritó, y que los habían vendido al padre de la mujer que yacía con él. Acto seguido mandó a los criados a que trajeran a Demóstrato y a Caritó. Cuando llegaron, al ver a su hija, se quedaron mudos primero para después dar gritos y echarse en brazos de ella. Pero ésta les recriminó que no podían reprocharle el haber estado con aquel huésped de la familia, y que no había hecho nada a nadie. Les advirtió además que ahora verían las consecuencias nefastas de su entrometimiento, pues ella estaba allí por designio divino, pero volvería al lugar que le estaba predestinado y ellos tendrían que sufrir un segundo duelo. Dicho esto cayó muerta con el cuerpo extendido sobre el lecho.
Los padres se abrazaron al cuerpo y montaron tal alboroto que pronto se enteró toda la ciudad, incluido el magistrado, autor de la carta, quien se ocupó de que no se produjeran tumultos. De mañana los ciudadanos se reunieron en asamblea a deliberar, y después de que cada uno expusiera su parecer se dirigieron a la tumba y la abrieron para ver si estaba vacía. Y así era. Encontraron los restos de todos sus familiares difuntos en sus tumbas, pero en el lecho en el que Filinio debía estar yaciendo encontraron sólo un anillo de hierro y una copa bañada en oro que había recibido de Macates durante su primer encuentro.
Admirados todos, fueron hasta la hospedería para tratar de ver el cuerpo y asegurarse definitivamente que era el de la joven, y efectivamente allí estaba. El pánico comenzó a apoderarse de la asamblea hasta que el adivino más prestigioso de la ciudad, un tal Hilo, se puso en pie y ordenó que fuera llevado el cadáver fuera de la ciudad, y que rogaran a las euménides y al dios Hermes para que se llevaran a los difuntos al Hades. Después, continuó, todos los que habían participado en tan extraños acontecimientos, y los símbolos sagrados, debían purificarse, tras lo cual debían llevarse a cabo ceremonias para aplacar a los dioses infernales. El adivino se dirigió en particular al magistrado para que se sacrificara en nombre del rey a Hermes, a Zeus hospitalario y a Ares. Y así se llevó a cabo todo, tal y como dijo el adivino. Pero el joven Macates, desesperado, se quitó la vida.
El magistrado terminaba su carta al procónsul diciendo que si tenía a bien escribir al rey para contarle lo sucedido se lo comunicara con objeto de enviarle a algunos testigos.
LA VERSIÓN DE CALMET
Dom Augustin Calmet, en el capítulo V de su Dissertation sur les revenants ne corps, les excommunies, les oupirs ou vampires, brucolaques describe el caso. Al trabajar con la versión fragmentaria de Flegón, y al estar ésta expuesta en modo epistolar, seguramente Calmet pensó que era el propio Flegón el que suscribía la carta, razón por la cual, en mi opinión, creyó que los hechos habrían transcurrido en la ciudad de Flegón, Tralles, y que los acontecimientos habrían tenido lugar, por tanto durante el reinado del emperador Adriano, en el siglo II, en tiempos de Flegón. Traducimos el texto de Calmet a partir del original francés de la edición de 1751:
«Phlegon, liberto del emperador Adriano, en el fragmento del libro que escribió acerca de las cosas maravillosas, dice que en Tralles, en Asia, un tal Machates, posadero, vivía con una joven llamada Philinnium, hija de Demostrate y de Chariton. Esta muchacha, ya muerta y depositada en su tumba, continuó visitando a su galán cada noche durante seis meses, bebiendo, comiendo, y acostándose con él. Un día la nodriza de esta chica la reconoció en cierta ocasión cuando estaba acostada al lado de Machates: corrió para avisar a Chariton, madre de la muchacha, la cual, tras vencer muchas dificultades, acabó por ir a la posada; pero como llegó tarde y todo el mundo estaba acostado no pudo satisfacer su curiosidad. Aún así pudo reconocer los vestidos de su hija, y creyó reconocerla acostada al lado de Machates. Volvió el día siguiente, pero se extravió por el camino y no pudo encontrar a su hija, que ya se había retirado. Machates le contó todo lo sucedido, como pasado cierto tiempo ella iba a buscarle cada noche; y para probar lo que decía abrió un cofre y le enseñó el anillo de oro que Philinnium había regalado a la muchacha, y la banda con que se había cubierto el pecho y se había dejado allí la noche anterior.
Chariton, no pudiendo dudar más de la verdad de los hechos, se abandona a la crisis y a las lágrimas; pero como se la promete que se la avisará cuando llegue Philinnium a la noche siguiente, se vuelve a su casa. A la tarde volvió la muchacha como siempre, y Machates mandó que avisaran enseguida a su padre y a su madre, ya que empezaba a preguntarse si otra chica no habría tomado los vestidos de su sepulcro para engañarle.
Demostrate y Chariton, al llegar, reconocieron a su hija y corrieron a abrazarla; pero ella les gritó: "Padre y madre, porque habéis enturbiado mi dicha impidiéndome permanecer tres días más con este posadero sin hacer daño a nadie; pues yo no he venido aquí sin el permiso de los dioses" —debería haber dicho del demonio, pues no se puede atribuir a Dios ni a un buen espíritu una cosa así—-, "Vuestra curiosidad os costará cara". Al mismo tiempo cayó muerta, quedando extendida sobre la cama.
Phlegon, que gozaba de cierta autoridad en la ciudad, detiene a la multitud e impide que se cree un tumulto. El día siguiente los ciudadanos, reunidos en el Teatro, deciden ir a la cueva donde reposaba Philinnium, muerta hacía seis meses. Encontraron a los muertos de su familia colocados por orden según su rango; pero no hallaron el cuerpo de Philinnium. Allí estaba solamente una anillo de hierro que Machates le había regalado, junto a una copa dorada que también recibiera de él. Después fueron al alberge de Macates, y allí estaba el cuerpo de la muchacha tirado por tierra.
Se consultó a un adivino, el cual dijo que había que enterrarla fuera de los límites de la ciudad, apaciguar a las Furias y a Mercurio terrestre, hacer funerales solemnes a los Dioses Manes, y sacrificar a Júpiter el Hospitalario, a Mercurio y a Marte. Phlegon dice además a su interlocutor: Si crees conveniente informar de esto al emperador, comunícamelo para que te envíe algunos de los que han sido testigos de estos sucesos.»OTRAS MENCIONES
Según H. P. Blavatsky, tal y como refiere en el segundo capítulo del segundo volumen de Isis sin velo, Proclo habría conocido el caso por medio del filósofo del siglo III a. C, Clearco de Soli, discípulo de Aristóteles::
«Una mujer llamada Filonea, hija de Demostrato y Carito, vecinos de Anfípolis, en tiempo del rey Filipo murió poco después de haberse casado a disgusto con un tal Krotero, y a los seis meses de su muerte resucitó movida por el amor al joven Macates quien, de paso en la ciudad, se hospedaba en casa de los padres de la resucitada, donde ésta, o mejor dicho, el elemental que había tomado en apariencia corporal, visitó durante algunas noches al joven hasta que, al verse sorprendida, cayó exánime su cuerpo diciendo que obraba de aquella manera por obediencia a los demonios humanos. Todos los habitantes de la ciudad acudieron a ver el cadáver de Filonea después de su segunda muerte en casa de los padres, y al abrir el sepulcro para enterrarla lo encontraron vacío.
Dice textualmente Proclo:
Muchos otros autores antiguos refieren también casos de muertes seguidas más o menos pronto de resurrección. El filósofo naturalista Demócrito, al tratar del Hades, afirma que la muerte no es en algunos casos el cese completo de la vida orgánica, sino una suspensión causada por algún golpe o herida, de modo que el alma continúa ligada al cuerpo y en el corazón subsiste el empireuma de la vida que puede reanimar al cuerpo... El alma se separa algunas veces del cuerpo para infundirse nuevamente en él o en otro distinto, según experimentó Clearco en un niño dormido cuya alma atrajo por virtud de una varilla mágica, conduciéndola hasta cierta distancia con propósito de demostrar que el cuerpo permanecía inmóvil sin sufrir daño alguno y que infundida de nuevo en él daba el niño al despertar razón de todo cuanto le había pasado. Con esta experiencia convenció Clearco a Aristóteles de que el alma puede separarse temporalmente del cuerpo.»
En una nota aparte Blavatsky asegura que "el suceso está corroborado por las cartas de Hiparco y las de Arrideo a Filipo, aparte de que intervinieron en su comprobación oficial, el prefecto de la ciudad y el procónsul de la provincia, quien informó de todo al monarca. Así lo refiere Catalina Crowe en su obra: Aspecto tenebroso de la naturaleza, 335."
Hemos encontrado la referencia en la obra de Catalina Crowe, The night side of nature (Londres, 1848), que traducimos del original inglés:
«La historia de la novia griega, es aún más sorprendente, y sin embargo nos sorprende aún más que esté tan bien autentificada, en cuanto que los detalles fueron transmitidos por el prefecto de la ciudad en la que ocurrieron los hechos al procónsul de su provincia; que luego fueron expuestos a su vez ante el emperador Adriano; y puesto que no era la costumbre engañar a los emperadores romanos nos vemos impelidos a creer que el prefecto y el procónsul tenían buenas razones para creer lo que le comunicaron.
Al parecer un caballero llamado Demostratos, y Charito, su esposa, tenían una hija llamada Philinnion, que murió; y seis meses después un joven llamado Machates, que había ido a visitarles, fue sorprendido, cuanto se retiraba a las estancias destinadas a los invitados, por la visita de una doncella que comió y bebió e intercambió regalos con él. Casualmente pasó por allí la nodriza y asombrada por la visita advirtió a su señor y a su señora de que su hija estaba sentada con el invitado.
Ellos, por supuesto, no la creyeron; pero cansada de su insistencia la madre la siguió hasta la habitación de los invitados; pero los jóvenes estaban ya dormidos y con la puerta cerrada; sin embargo al mirar a través del agujero de la cerradura, creyó ver a su hija. Sin poder dar crédito aún a sus sentidos, decidió esperar hasta la mañana, mejor que molestarlos; pero cuando volvió la muchacha había desaparecido; mientras que Machates, al ser interrogado, confesó que Philinnion había estado con él, pero que sus padres no lo sabían. Llegados a este punto, el asombro y la agitación de la madre eran, como es natural, muy grandes; especialmente cuando Machates le enseño un anillo que la muchacha le había dado, y un velo que se había dejado allí; y el asombro de él no fue menos cuando escuchó la historia de ella. Él prometió sin embargo que si volvía la siguiente noche la dejaría verla; pues le parecía imposible creer que su novia fuera la hija muerta. Sospechaba, por el contrario, que algunos ladrones habían despojado al cuerpo de la ropa y adornos que llevaba cuando fue enterrado, y que la chica que venía a su habitación se los habría comprado. Así, cuando ella llegó, su sirviente tenía órdenes de traer al padre y a la madre; y al ver que efectivamente era su hija se fueron hacia ella llorando para abrazarla. Pero ella les reprochó su intrusión, diciendo que se le había permitido permanecer tres días con el extranjero en la casa donde había nacido; pero que ahora debía irse al lugar que la estaba signado; y al instante cayó muerta a la vista de todos.
Las noticias de este extraño suceso se propagaron fuera de allí, la casa fue rodeada por una multitud de personas y el prefecto se vio obligado a tomar medidas para impedir el tumulto. A la mañana siguiente los lugareños se reunieron en el Teatro, y desde allí fueron hacia la tumba, con el objeto de averiguar si el cuerpo era el de Philinnion que había sido depositado allí hacía seis meses. No estaba; pero en su lugar se encontró el anillo y la copa que Machates le había regalado la primera noche que ella fue a visitarle; lo cual demostraba que había estado allí. Fueron después a casa de Demostratos, donde podía verse el cuerpo, que por decreto fue enterrado fuera de los límites de la ciudad. Se celebraron numerosas ceremonias religiosas y sacrificios, y el desafortunado Machates, angustiado por el horror, se quitó la vida.»
LA NOVIA DE CORINTO
De Rebus Mirabilis de Phlegon se incluyó en una obra monumental publicada en 1666 en la ciudad de Magdeburgo, y firmada por Johannes Prätorius. Se trataba de Anthropodemus plutonicus, das ist Eine neue Weltbeschreibung von allerlei wunderbaren Menschen (Nuevo mundo: descripciones de diversas personalidades maravillosas), que llegó a las manos del poeta alemán Goethe, y que le serviría también por otra parte de inspiración para su magnífica Noche de Walpurgis.
Goethe en la campiña romana (1786), óleo de Johann Heinrich Wilhelm Tischbein. Städelsches Kunstinstitut, Frankfurt.
Entre sus páginas encontró el poeta la historia de la novia que vuelve de la tumba, y que inspiraría su genial Die braut von Korinth (La Novia de Corinto). En aquella versión que leyó Goethe la historia transcurría en Amfípolis, y a la muchacha, Filinion, sus padres la unirse en matrimonio con un hombre rico al que no amaba, muriendo de pena poco después. Pero la muchacha regresó de la tumba para visitar a un huésped, un joven llamado Macates del que había estado enamorada y que se alojaba en casa de sus padres. Durante su encuentro amoroso intercambiaron regalos. Ella le regaló su anillo de oro y su ceñidor. Los ruidos del encuentro despertaron a los padres y entrando en la habitación del huésped le encontraron sólo y le pidieron explicaciones. Se quedaron horrorizados al reconocer el anillo y el ceñidor. Hicieron prometer a Mácates que si su hija regresaba la noche siguiene les avisaría. Así ocurrió, pero al verse descubierta la difunta les reprochó su intromisión y cayó muerta para siempre allí mismo. Se comprobó que su cuerpo no estaba en su tumba, donde sólo se hallaron un anillo de hierro y una copa que Mácates le había regalado. El cuerpo fue incinerado fuera de la ciudad, y Mácates se quitó la vida.
Goethe cuenta en su diario como quedó fascinado por la historia y la recreó en su Die braut von Korinth. La compuso los días 4 y 5 de junio de 1797, y fue publicada al año siguiente en el Musen-Almanach für das Jahr 1798. Pero él la situó en la ciudad de Corinto, y convirtió a Filinion en una vampira. La sitúa en los primeros años del cristianismo, en medio de la controversia entre las antiguas religiones paganas y la pujante religión nueva. La elección de Corinto no es casual, pues alude a las conversiones que Pablo iba consiguiendo en aquella ciudad griega.
El poema, del cual puede leerse el original en alemán así como una traducción propia aquí, causó una gran controversia poco después de su publicación; por un lado por su crítica al cristianismo, y por otro por los componentes eróticos y necrófilos presentes en él. Goethe sentó así las bases para la literatura vampírica posterior delineando claramente la figura de la vampira como femme fatal, cuyo amor de ultratumba acarrea la muerte.
Para un análisis literario del poema de Goethe recomendamos la lectura de El motivo de la mujer vampiro en Goethe: Die Braut von Korinth, de Francisco Javier Muñoz Acebes, artículo en la Revista de Filología Alemana (2000, 8, pp. 115-128). Puede bajarse el texto en formato pdf, pulsando aquí. Por otra parte puede leerse el relato de la novia de Amfípolis, de Flegón de Trales en Paradoxógrafos griegos, Rarezas y Maravillas, publicado en 1996, en Madrid, por la Editorial Gredos.
Créditos
1: By Kkonstan - Own work, CC BY 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2808326
2: By Klaus-Peter Simon - Own work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=11977666
By No machine-readable author provided. Marsyas assumed (based on copyright claims). - No machine-readable source provided. Own work assumed (based on copyright claims)., CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=54537
© 2008. Del texto y traducciones,Javier Arries