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LA VAMPIRA DE PIEŃ

Datados: s. XVII. Descubiertos: 2022

DE ALTA CUNA

Mapa de Polonia con la ubicación de Pień

Ubicación de Pień, en Polonia.

A finales de verano de 2022 se publicó en diferentes medios la noticia de un hallazgo en un cementerio en la pequeña localidad polaca de Pień, próxima a Bydgoszcz, a unos 4 kilómetros al norte de Radomyśl Wielki, en el voivodato de Cuyavia y Pomerania.

En 1960 se descubrió allí el cementerio. La universidad Nicolaus Copernicus realizó excavaciones arqueológicas en la zona en 2005, y continuaron en 2009.

El 15 de agosto de este año, 2022, se reanudaron los trabajos. Y el 30 de agosto, el mismo día en que finalizaban los trabajos, dieron con los restos de una joven de unos diecisiete a veinte años, que vivió en el siglo XVII. Susd.

Lo que les llamó la atención es que sobre el cuello del cuerpo hallaron una hoz colocada con el filo apuntando a la garganta. Además encontraron un candado en un dedo del pie. Ambos elementos podrían forma parte de un ritual destinado a evitar que la mujer regresara de entre los muertos.

En la zona se han hallado dos cementerios con tipos de enterramientos diferente, Uno data de la Alta Edad Media. El otro es más moderno, y es donde han sido hallados los restos de la joven.

Fotografía del hallazgo de Pien

Foto: Beata Zielinska-Golembiewska

Fotografía del hallazgo de Pien

Foto: Mirosław Blicharski/Alekxander Poznan

DOS CEMENTERIOS

El cementerio medieval data del año 1000 según el Carbono 14. Es un cementerio cristiano, pero se halló en él el cuerpo de un caballo joven, probablemente sacrificado para acompañar a su dueño,detalle que demuestra que todavía se conservaban tradiciones paganas en el territorio. Otras prácticas paganas vienen atestiguadas por algunos hallazgos en los cuerpos encontrados, como los kaptorga, recipientes o cajitas de metal o cajas que a modo de talismanes se anudaban alrededor del cuello, y que contenían hierbas y otros elementos mágicos para curar enfermedades, atraer buena fortuna, etc.

El cementerio más moderno, en el que ha aparecido el cuerpo de la muchacha, muestra tres niveles de tumbas modernas que no van más allá de la segunda mitad del siglo XVII; después habría sido olvidado ya en el siglo XVIII, pues, como señala el director de la expedición, el Dr. Dariusz Poliński, profesor de la Universidad Nicolás Copérnico de Torun (NCU), ciudad próxima al lugar, en una entrevista al diario polaco Wyborckza[4], no hay referencias al mismo en los mapas de aquel siglo. Por otra parte la ausencia de objetos devocionales, cruces, rosarios, medallas, etc. típicas de enterramientos católicos hacen pensar que quizá fuera un cementerio protestante, aunque no pueden asegurarlo con certeza porque en la zona convivían diferentes confesiones: católicos, luteranos y menonitas. Así pues, es probable que la joven fuera protestante.

Fotografía del hallazgo de Pien

Foto: Łukasz Czyżewski, NCU

La joven llevaba un gorro de seda tejido con hilos de oro o plata, lo cual sugiere que tenía un estatus social elevado. De hecho, ya se encontraron varios cadáveres ricamente ataviados con ropas caras de seda y joyas de oro y plata con piedras preciosas engarzadas (entre ellas un collar de lapislázuli procedente de algún país mediterráneo), y otros objetos valiosoos como algunos cuerpos reposaban sobre cojines. Todo ello hace pensar que el territorio fue utilizado para albergar los restos de personas de alto rango social, de la élite local, establecida en una serie de asentamientos rurales que incluyen los restos de una fortaleza.

LA HOZ Y EL CANDADO

La hoz sobre su cuello de la muchacha fue colocada allí, sin duda, con el fin de que, si trataba de incorporarse, se cercenara ella misma la garganta. Este tipo de hallazgos ya se ha producido en otras ocasiones. En cuanto al candado de forma triangular que hallaron en su dedo gordo del pie izquierdo, también se han encontrado artefactos similares en otras tumbas. Pero al parecer, según comentó a los medios Magdalena Zagrodzka, integrante del equipo y que actúa como representante del mismo, esta es la primera vez que ambos elementos, candado y hoz, se han encontrado juntos: «Hasta ahora, no nos hemos encontrado durante la investigación con la hoz y el candado simultáneamente en la misma tumba». Zagrodzka señaló también el hallazgo del gorro de seda como una prueba del alto estatus scoial de la mujer.

Fotografía del hallazgo de Pien

Foto: NCU

El Dr. Poliński señaló en una entrevista a la radio polaca lo inusual de este enterramiento, y añadió lo siguiente:

«Las formas de protegerse contra el regreso de los muertos incluyen cortar la cabeza o las piernas, colocar al difunto boca abajo para morder el suelo, quemarlo y aplastarlo con una piedra.

La hoz no se colocó en posición horizontal, sino que se colocó en el cuello de tal manera que si el difunto hubiera tratado de levantarse, lo más probable es que la cabeza hubiera sido cortada o herida».

Y añadió, en otra entrevista que, refiriéndose a la pesencia de la hoz y del candado, «estos elementos indicarían prácticas antivampiricas».

Fotografía del hallazgo de Pien

Foto: Mirosław Blicharski/Alekxander Poznan

Fotografía del hallazgo de Pien

Foto: Mirosław Blicharski/Alekxander Poznan

Acerca del uso de hoces en enterramientos hemos profundizado en el tema aquí.

UN ENTIERRO CUIDADO

Poliński destaca el hecho de que no hay rastro de que la muchacha fuera tratada de forma descuidada o con rechazo. Por el contrario, fue depositada cuidadosamente sobre un ataúd, aunque no queda rastro del mismo, con la cabeza mirando al oeste, práctica ligada a los enterramientos cristianos, y apollada en una gran almohada. Se la depositó allí bien vestida, y no simplemente envuelta en un sudario.

Lo mismo señala la Dra. Alicja Drozd-Lipińska, del Departamento de Biología Humana del Instituto. de Biología, Facultad de Ciencias Biológicas y Veterinarias, de la Universidad Nicolaus Copernicus, responsable del análisis antropológico de los restos[7]:

«Debemos tener en cuenta que no fue excluida de la comunidad, ya que estaba dentro de los terrenos del cementerio. No fue enterrada junto a la valla, ni fue enterrada detrás de los muros del cementerio, sino en este suelo o espacio sagrado, como queramos llamarlo».

Parece que tanto la hoz como el candado se dispusieron como medidas preventivas para evitar que saliera de la tumba en el momento en que fue enterrada, no después. De hecho no hay rastros de que el cuerpo fuera desenterrado de nuevo como ocurría en otros casos en los que, tras haber algún incidente, se exhumaba el cuerpo sospechoso, se le ponía bocabajo, se le mutilaba, etc.

Fotografía del hallazgo de Pien

Foto: Mirosław Blicharski/Alekxander Poznan

Fotografía del hallazgo de Pien

Foto: Mirosław Blicharski/Alekxander Poznan

En el interior del cráneo, en la zona del paladar, se aprecia una mancha verdosa, similar a la que se ha encontrado en otros cuerpos, y manchas amarronadas en la zona de los molares, que probablemente se deban a la presencia de una moneda de cobre depositada en el interior de la boca, costumbre bien conocida desde la Antigüedad. Dicha moneda, conocida como el óbolo de Caronte, se depositaba en la boca del finado para pagar su tránsito al otro lado.

¿DIENTES PROMINENTES?

Algo que destaca, como se aprecia en las fotografías, es que uno de sus dientes sobresale mucho del resto, y podría pensarse que este hecho podría haber sido la causa de que ya en vida pudiera haber sido acusada de ser un vampiro, pero como ya hemos visto el cadáver no muestra signos de violencia, de modo que puede descartarse que haya sido procesada y ejecutada. Poliński, además, le quita importancia a este hecho. Afirma que «tenía una endodoncia levemente dañada, y algunos problemas de encías, pero se trata de un incisivo, no de un colmillo»[4].

Según declaró en otro medio, pese a lo que se había dicho, «su dentición no era del todo atípica. El alvéolo del diente se desintegró, tal vez por la inflamación; en pocas palabras, se rompió y es por eso que el incisivo se ve tan expuesto en las fotos».

Fotografía del hallazgo de Pien

Foto: Mirosław Blicharski/Alekxander Poznan

SIMBOLISMO DEL CANDADO

En cuanto al candado, sugirió que era una forma de señalar «el cierre de una etapa y la imposibilidad de regresar».

En 2005 ya se halló en este mismo cementerio la tumba de un niño que tenía un candado triangular a los pies, semejante al que han descubierto ahora, y una moneda en la boca. Según Poliński algunos especialistas sugieren, aunque otros no estén de acuerdo, que la moneda en la boca es para evitar que el difunto, si es un vampiro, pueda morder. El candado en el pie podría ser una forma de evitar que el niño arrastrara a otros a la muerte.

En unas declaraciones a UMK TV, Poliński afirma[7]:

«Los lugareños que colocaron el cuerpo en la fosa, querían protegerse del posible regreso de la fallecida o simplemente querían demostrar que esa etapa de su vida había terminado, que ya no podía quedarse. Entró en el mundo de los muertos, así que debería quedarse allí».

Fotografía del hallazgo de Pien

Candado hallado en el dedo del pie del cuerpo. Foto: Andrzej Romański

Fotografía del hallazgo de Pien

Foto: Andrzej Romański

No es la primera vez que candados similares se han encontrado junto a los restos de algunas personas, no sólo en Polonia. Se han hallado en otros lugares, por ejemplo en el norte de Croacia, como el que apareció al lado de los restos de una mujer enterrada en la localidad de Crkvari en este país, como refiere el Dr. Siniša Krznar, del Instituto de Arqueología de Zagreb en su artículo The reflection of folk beliefs in burial customs in the Early Modern period in northern Croatia, disponible aquí, no se sabe muy bien si para proteger el cadáver de los demonios, o para proteger a los vivos del muerto.

Hay un interesante estudio, titulado A habit of providing the dead with padlocks against the background of ashkenazi funeral rites, sobre el uso de candados en enterramientos de la población asquenazí de Polonia, publicado por la Dra. Kalina Skóra, del Instituto de Arqueología y Etnología Academia Polaca de Ciencias, y que puede consultarse aquí. Traduzco de dicho artículo este fragmento, en el que se mencionan los preparativos que los miembros de la Chevrah Kadisha, una organización de voluntarios y voluntarias que se encargaban de tales preparativos solían llevar a cabo:

Durante el funeral, un miembro de la "Chevrah Kadisha" colocaba el cadáver en la tumba y, siempre que el difunto fuera un hombre casado, le cubría los ojos y la boca con fragmentos de una jarra rota, en la que había vino mezclado con huevo. Los ojos y la boca se protegían de esa manera debido a su inclinación al pecado en vida. Una pequeña horquilla de madera, consistente en un trozo de una ramita seca (yiddish - gepelich; ךילפעג) se colocaba en la mano del muerto. Según algunas interpretaciones esto era una superstición. Se creía que esta ramita era para ayudar al muerto a purificarse o resucitar en el día de la venida del Mesías. Se ponía un candado en la tumba.

Llaves y candados aparecen en enterramientos de la comunidad askenazí. Solían ponerse cerca de la cabeza, pero también se encuentran cerca de la pelvis y del fémur. En algunos casos parece haber una correspondencia entre el tamaño del candado y la edad del sujeto. Cuanto más joven, más pequeño. En el caso del cementerio de Lutomiersk, por poner un ejemplo, se encontraron candados en casi 400 de las 1200 tumbas examinadas. Esta costumbre parece haber arraigado en Polonia; pero se han encontrado candados también en dos necrópolis de Bohemia, en la Chequia, uno en Prostějov, en un cementerio de los siglos XVII y XVII, y en Slavkov, en un cementerio que estuvo en uso hasta mediados del s. XVIII.

Fotografía del hallazgo de Pien

Mapa con la localización de lugares donde han aparecido candados y llaves en enterramientos askenazís (Extraído del artículo de K. Skóra). Los candados inscritos en un candado negro son lugares donde se han recogido testimonios orales sobre la existencia de esta costumbre.

Según el citado artículo, en entrevistas realizadas tras la Segunda Guerra Mundial se afirma que esta práctica se realizaba para evitar que el muerto hablara, y para que no hablara mal de este mundo en el otro; me pregunto, quizá, si con el fin de que no diera información sobre los vivos. Esta tradición habría surgido en el siglo XVI por influencia de círculos de qabalistas, que introdujeron la creencia de que había canales que permitían poner en contacto ambos mundos, el de los vivos y el de los muertos, y a través de los cuales podían llegar hasta nuestro mundo a elementos perniciosos del Más Allá. La función del candado sería entonces la de cerrar de forma permanente esa vía de comunicación, una forma simbólica de cerrar una etapa para la persona enterrada. Ya había cerrado, con su defunción, simbólicamente, una puerta tras ella, dejando atrás su anterior condición de persona viva. Ahora no debía regresar.

Fotografía del hallazgo de Pien

Candados y fragmentos de vasijas hallados en un cementerio judío de Brandenburgo (Extraído del artículo de K. Skóra)

Fotografía del hallazgo de Pien

Candados hallados en tumbas del cementerio de Sanok (Extraído del artículo de K. Skóra).

Por otra parte hay que señalar que candados similares se encuentran en enterramientos cristianos, incluidos cementerios alemanes, eslovacos, bohemios... La cuestión entonces es saber que comunidad «prestó» este hábito a la otra.

Una de las conclusiones de este artículo es que, traduzco de nuevo:

La idea de depositar candados en las tumbas fue iniciado probablemente a finales de la Edad Media y el Período Moderno y comenzó a declinar a principios del siglo XX. Sin embargo, todavía lo mantenían los habitantes judíos de aldeas y pueblos pequeños, y su sentido se borró en las décadas anteriores a la Segunda Guerra Mundial.

HIPÓTESIS SOBRE EL ENTIERRO

¿Por qué la joven fue enterrada de este modo? Según declaró la Dra. Alicja Drozd-Lipińska a la televisión polaca[8], quizá poseyera alguna peculiaridad que la hiciera diferente a ojos de sus vecino: «Podría haber sido diferente debido a su apariencia externa, podría haber sido debido a sus discapacidades físicas, quizás podría haber sido diferente debido a su carácter y profesión».

De la misma opinión es el Dr. Poliński, según se desprende de sus declaraciones al mismo medio: «La mujer probablemente provenía de una familia adinerada y no estaba excluida de la comunidad en la que vivía, pero podía estar aislada dentro de ella. Al haber sido aislada a esta persona, es posible que hayan sentido ansiedad después de su muerte: ¿Qué pasará ahora? ¿Y si se venga?»

Sugiere también que podría tener conocimientos que hicieran sospechar a sus vecinos, conocimientos quizá relacionados con prácticas próximas a la brujería o a la magia: «Pudo haber sido una persona que tuviera más conocimiento que el resto de la comunidad y estuviera involucrada, por ejemplo, en prácticas de sanación... Cualquier alteridad siempre provoca al menos reserva en un grupo social. Tal persona fue relegada a los márgenes de la comunidad y se aplicaron medidas de seguridad después de su muerte. Por si acaso».[5]

Me parece oportuno señalar que, para describir lo que probablemente era esta muchacha para sus vecinos, la Dra. Magdalena Zagrodzka utilizó las palabras wampir y strzyga, que podemos traducir por vampiro; y czarownica y wiedźma, que habitualmente se traducen como bruja.

CONCLUSIÓN

Parece claro entonces que esta mujer joven del siglo XVII, quizá protestante, que formaba parte de la élite local formaba parte de su comunidad pero probablemente se vio segregada por alguna razón. No hay indicios de que se la juzgara en vida. Al morir fue enterrada como uno más de la comunidad, pero se tomaron medidas preventivas para que no regresara. Por alguna razón sus vecinos la temían, al menos tras su fallecimiento.

FUENTES

Vídeo de UMKTV con subtítulos en inglés.

Artículos

  • Skóra, Kalina. (2016). A Habit of Providing the dead with padlocks against the background of Ashkenazi funeral rites. Fasciculi Archaeologiae Historicae. 29. 131-145. 10.23858/FAH29.2016.014. Puede consultarse aquí.
  • Krznar, Siniša. (2019). The reflection of folk beliefs in burial customs in the Early Modern period in northern Croatia. 35. 179 - 186. Puede consultarse aquí.

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© 2022. Del texto y traducciones, Javier Arries

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