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Eclipses lunares

Cuando la Luna se oculta

Secuencia animada del eclipse lunar del 3 de marzo de 2007

Secuencia animada del eclipse lunar del 3 de marzo de 2007 (Imagen procedente de Wikimedia Commons)

QUE SON

Como es bien sabido un eclipse lunar es un fenómeno cíclico que consiste en que la superficie de la Luna comienza a oscurecerse debido a que la sombra de la Tierra se proyecta sobre su superficie. Cuando dicha sombra no logra tapar todo el disco lunar estamos ante un eclipse parcial; y cuando llega a cubrirla por entero presenciamos un eclipse total. Eso es lo que significa precisamente la palabra eclipse, derivada del griego ekleipsis (εκλειψις), desaparición. La madrugada del pasado 21 de febrero los europeos, americanos y africanos tuvimos la oportunidad de presenciar un eclipse de luna total. Los habitantes de las costas atlánticas fueron los más afortunados, allí donde no estaba nublado evidentemente. Hasta casi las seis de la mañana estuve presenciando el espectáculo, aunque con bancos de nubes que a menudo dificultaban muchísimo la observación. No obstante las cámaras de muchos observatorios en el mundo emitieron el evento por Internet. Excepcionales fueron las tomas obtenidas desde Buenos Aires por la asociación argentina de Amigos de la Astronomía (AAAA). En la siguiente imagen pueden verse algunas de las tomas:

Eclipse lunar 21 febrero 2008
Eclipse lunar 21 febrero 2008
Eclipse lunar 21 febrero 2008
Eclipse lunar 21 febrero 2008
Eclipse lunar 21 febrero 2008
Eclipse lunar 21 febrero 2008

Imágenes del eclipse del pasado 21 de febrero, cortesía de Amigos de la Astronomía.

No menos espectacular fue el eclipse que pudimos presenciar el 3 de marzo del 2007, y que también nos tuvo en vela hasta altas horas de la madrugada; pero desde luego mereció la pena.

Secuencia completa del eclipse total del 3 de marzo de 2007

Secuencia completa del eclipse total del 3 de marzo de 2007. Imagen procedente de WikiMedia Commons (pulsar para ver a mayor resolución).

COMO SE PRODUCEN

Todos sabemos que la Luna nos acompaña en nuestro viaje a través del espacio, girando alrededor de nuestro planeta, y mostrando siempre la misma cara, en un ciclo que se repite aproximadamente cada 27 días 7 horas y 43 minutos. Cuando nosotros estamos entre la Luna y el Sol, y la Luna se encuentra, al otro lado, en su punto más alejado del Sol, es la fase de Luna Llena. Como no están en una línea recta perfecta, porque la órbita de la Luna está inclinada respecto de la órbita que sigue la Tierra alrededor del sol, podemos verla en todo su esplendor en el cielo reflejando los rayos solares que dan de frente sobre ella. Ahora bien, algunas veces, cuando es Luna Llena, Luna, Tierra y Sol se alinean, de modo que la sombra de nuestro planeta llega a pasar delante de la Luna, oscureciéndola. Cuando la alineación entre los tres es más pronunciada se produce un eclipse total. El eclipse total se verá sólo en una región del planeta, las regiones más alejadas lo verán sólo como un eclipse parcial.

Si imaginamos el Sol como un foco enorme y la Tierra girando alrededor, se nos hará evidente que la Tierra va dejando una zona de sombra a su paso. Esa zona de sombra tiene una parte exterior en forma de cono menos oscura que la parte interior. A esa zona periférica menos sombría se la denomina penumbra. La parte interior oscurece todo a su paso; es la llamada umbra (sombra en latín).

Diagrama de un eclipse lunar

Diagrama de un eclipse

Fijémonos en el diagrama de arriba. Es como si estuviéramos viendo a los tres astros implicados en esta danza cósmica desde arriba, en el polo norte de la Tierra. La Luna gira alrededor de la Tierra, pero no en el mismo plano en el que está lo órbita de la Tierra alrededor del Sol, sino que, como ya hemos dicho, tiene cierta inclinación. Como se ve en la imagen el avance de la Luna (círculo gris) alrededor de la Tierra en las zonas oscuras provoca el eclipse. Mientras la Tierra gira alrededor del Sol, los rayos solares se encuentran con la Tierra generando esas zonas de sombra (umbra) y de menor oscura alrededor (penumbra) de las que ya hemos hablado. Conforme la Luna avanza en su propia órbita alrededor de la Tierra, al entrar en la zona de penumbra comienza a verse el eclipse (punto 2). Si la Luna llega a introducirse totalmente en la zona de sombra tendremos un eclipse total; sino es así, uno parcial. Después, nuestro satélite va saliendo de la umbra, desplazándose de nuevo a la penumbra hasta salir del todo. El eclipse termina entonces.

Los eclipses siguen el llamado ciclo de Saros, repitiendo sus características, aproximadamente, cada 18 años, 11 días y 8 horas. Este ciclo es bien conocido desde la antigüedad y permitía predecir los eclipses con cierta precisión. Gracias al conocimiento del ciclo de Saros, Cristóbal Colón el 29 de febrero de 1504 predijo un eclipse que impresionó profundamente a los nativos jamaicanos consiguiendo así que éstos le proporcionaran alimento para continuar su viaje. La rebelión se palpaba en el ambiente. Colón les dijo que Dios estaba disgustado con ellos y que les iba a arrebatar la Luna. Cuando tuvo lugar el eclipse rogaron a Colón, el cual fingió interceder por ellos para que les fuera devuelto el astro. Por otra parte, de la observación de la sombra de la Tierra durante el eclipse el almirante dedujo, reafirmándose en sus hipótesis, que la Tierra era esférica, como ya había deducido Aristóteles tras observar varios eclipses.

LUNAS DE SANGRE

La coloración roja característica de los eclipses se debe a un fenómeno de refracción. Los átomos de nuestra atmósfera tienden a absorber la luz azul, actuando como un filtro. Cuando los rayos procedentes de un astro como el Sol o la Luna caen de modo oblicuo recorren un camino más largo dentro de la atmósfera que cuando caen de modo perpendicular (cosa que ocurre cuando están muy altos en el cielo); eso hace que choquen con una cantidad mayor de moléculas. Las moléculas van absorbiendo la luz de color azulado dejando pasar la de tonos rojizos, que es la que llega en mayor cantidad a nuestros ojos. Esa es la causa de que en los atardeceres y amaneceres, al igual que en los eclipses, los astros como el Sol o la Luna, se tornen rojos. Este fenómeno se acentúa más aún cuando en la atmósfera además hay resíduos, polvo, smogg, contaminación... El eclipse será entonces más rojizo o menos dependiendo de las condiciones atmosféricas locales (a mayor contaminación mayor oscuridad y enrojecimiento), si la Luna está baja en el horizonte (cuanto más baja más roja), etc.

Luna Roja

Luna roja (imagen procedente de WikiMedia Commons).

TIPOS DE ECLIPSES LUNARES

Dependiendo de las zonas que atraviesa la Luna en su trayecto se producen tres tipos de eclipses lunares:

  1. Eclipse penumbral. La Luna sólo penetra en la zona de penumbra. Es el menos vistoso e incluso puede llegar a pasar desapercibido. No se ve ninguna sombra cruzar la Luna, pero ésta adquiere un color más apagado, más amarillento.
  2. Eclipse parcial. La Luna comienza a introducirse en la zona de sombra. Se aprecia entonces como la sombra de la Tierra se perfila sobre la superficie de la Luna tapándola progresivamente. La Luna toma un tono rojizo.
  3. Eclipse total. La Luna penetra totalmente en la zona de sombra de modo que la sombra de la Tierra llega a cubrirla por completo. Aunque la cubra completamente la Luna no llega a desaparecer, sino que muestra un color rojizo oscuro debido a la refracción de la luz en nuestra atmósfera. Si la Tierra no tuviera atmósfera veríamos la Luna desaparecer literalmente durante un eclipse total. 

CONSEJOS PARA OBSERVAR UN ECLIPSE

Los eclipses lunares pueden observarse directamente, aunque no vendrá mal disponer de unos binoculares o prismáticos. Si se utiliza un telescopio conviene hacerlo con el ocular que produzca más campo y menos aumentos. Muchos aficionados a la astronomía disfrutan viendo a través del telescopio como la sombra de la Tierra va alcanzado los diferentes cráteres de la superficie visible de la Luna. Algunos van apuntando estos datos (el momento en el que la sombra toca tal o cual cráter), y la luminosidad de la Luna.

Imagen de un eclipse lunar en Bélgica

Imagen de un eclipse lunar en Bélgica. Foto de  Luc Viatour

La luminosidad suele valorarse a ojo cuando tiene lugar el eclipse total según la escala de Danjon:

  • Grado 0. Tono muy oscuro. La Luna es casi invisible.
  • Grado 1. Tono oscuro, de colores gris o muy parduzco. Casi no es posible distinguir detalles de la superficie lunar.
  • Grado 2. Tono rojo oscuro en el que se aprecia una mancha aún más oscura en el centro.
  • Grado 3. Tono rojo ladrillo y la sombra de la Tierra con un tono gris más claro en el borde.
  • Grado 4. Tono rojo cobre o anaranjado. Muy luminoso.
Podemos grabarlo en vídeo. Para ello deberíamos usar un zoom, de modo que la grabación se produzca con el aumento adecuado.

Si queremos obtener fotográficas debemos tener en cuenta que con una cámara normal sólo tendremos un punto. Debemos utilizar teleobjetivos o acoplar la cámara a un telescopio. Además es necesario emplear cámaras reflex o de tipo manual, ya que seremos nosotros los que tenemos que decidir el tiempo de exposicion. Cuanto más sensible sea nuestro carrete (número ASA ó ISO), menos tiempo de exposición requeriremos. He aquí una tabla con los datos necesarios que tenemos que tener en cuenta para fotografiar cada fase (f es la apertura del diafragma, y s el tiempo de exposición en segundos):

Tabla ASA

MITOS ASOCIADOS A LOS ECLIPSES LUNARES

Los eclipses lunares eran acontecimientos que solían dejar una profunda impresión en los pueblos de la antigüedad, quienes veían en ellos acontecimientos divinos y presagios de todo tipo, frecuentemente nefastos. La mayor parte de las explicaciones mitológicas hacen referencia a algún animal que devora al satélite.

Los antiguos egipcios interpretaban los eclipses lunares y solares como luchas entre el dios Horus, hijo de Isis y Osiris, y el maligno asesino de su padre, su tío Set. Durante la lucha Set hiere un ojo del dios halcón, Horus; y los ojos de Horus no son otros que el Sol y la Luna. Cuando ello ocurre el omnipotente dios Ra sana la herida del joven dios vengador restaurando su ojo perdido. Los hindúes hacen referencia al mito de la batida del océano de leche (samudra manthana en sánscrito), un mito muy importante en la cosmogonía del hinduismo. En el principio los dioses (devas) y los demonios (asuras) estaban en perpetua lucha por la conquista del Universo. Debilitados, los devas pidieron ayuda al dios Vishnu para que batiera el mar primigenio, el mar de leche, con objeto de que pudiera extraer de el amrita, el néctar de la inmortalidad. La copa en la que se guarda el amrita fue la propia Luna. Pero en un momento de descuido los asura sustrajeron la copa. Vishnu tomó la forma de una mujer hermosísima y produjo tal arrobamiento en los demonios que pudo arrebatarles el néctar. Sin embargo el Bhagavata Purana narra una versión diferente segun la cual Vishnu, en forma femenina, decidió dar una ración a cada deva, y lo que quedara se lo dejaría a los asura. Un demonio llamado Rahu adoptó la forma de un deva para tratar de llevarse una ración completa; pero Soma, el dios de la Luna, se dio cuenta y denunció el hecho. Vishnu cortó la cabeza del demonio con su disco, pero éste ya había tomado una gota del néctar. La cabeza inmortal de Rahu permanece colgada del cielo, como un planeta oculto, persiguiendo a la Luna; y a veces la alcanza y en venganza la devora, creando así los eclipses. Afortunadamente la Luna vuelve a salir de nuevo por la garganta de la cabeza cercenada. Por eso los hindúes se ocultaban en sus casas cuando acontecía un eclipse lunar.

El demonio Rahu

Estatua de Rahu devorando a la Luna en Sala Keoku, cerca de Nong Khai al noreste de Tailandia (imagen de WikiMedia Commons).

Entre los nórdicos la Luna es transportada por el cielo por Mani, hijo de Mundilfari y Glaur. Pero hay un lobo que lo sigue de cerca. Se trata de Hati, cuyo nombre significa "el que odia". Hati es conocido como Mánagarm, el perro de la Luna, que devora la carne de los muertos. Su hermano el lobo Skoll persigue a su vez al Sol. Se menciona a los dos en el texto llamado Gylfaginning (El engaño de Gylfi): "Hay dos lobos, y el que va tras ella (la diosa del Sol) se llama Skoll; la asusta y quiere cogerla. Y se llama Hati, hijo de Hródvitin, el que corre delante de ella y quiere coger a Muni (el dios de la Luna), y así habrá de ser." Ambos son hijos o hermanos del terrible lobo Fenrir, que el día del Ragnarök, el día del Fin del Mundo, dará muerte a Odín, como los dioses y los sabios conocen. A veces Hati consigue acercarse demasiado a su presa, la Luna. De sus dentelladas dan cuenta los eclipses lunares. Cierto día futuro Hati logrará alcanzar a su víctima y la Luna será desgarrada por el lobo. Así lo profetiza el Gylfaginning: "Entonces sucederá lo que parece gran maravilla, y es que el lobo se tragará al sol, y a todos los hombres les parecerá gran calamidad. Entonces, el otro lobo apresará a la luna y causará así también gran prejuicio."

El lobo Fenrir

El lobo Fenrir amarrado y expulsando un río por su boca en un manuscrito islandés (AM 738 4to), del siglo XVII. Imagen procedente de WikiMedia Commons. 

No sólo ellos pensaban que un lobo era responsable de los eclipses. En mi obra Vampiros. Bestiario de Ultratumba, recojo el mito del vârcolac, un monstruoso ser que los rumanos identifican con un hombre lobo, aunque también es un término que designa al vampiro. El vârcolac rumano, devorador de astros, parece proceder de una figura eslava que puede rastrearse en el siglo XIII entre los yugoeslavos, o eslavos meridionales. Según este mito un lobo monstruoso, el vukodlak persigue en el cielo a la nubes, y devora al Sol y a la Luna. Cuando eso ocurre los hombres hacen todo tipo de ruidos para espantarlo, empleando para ello campanas, tambores y todo lo que pudiera causar gran estruendo.

Entre los chinos es un dragón el que engulle a la Luna o al Sol, provocando los eclipses. Cuando ocurría, los campesinos salían al campo haciendo aspavientos con sus herramientas de labranza y haciendo el mayor ruido posible, incluyendo el toque de campanas, para ahuyentar al dragón. Era obligación de los astrónomos chinos prever los eclipses. más de uno fue ejecutado por no haberlos previsto.

Dragones en la ciudad china de Datong

Dragones en la ciudad china de Datong (Imagen de WikiMedia Commons). Pulsar en la fotografía para una mayor resolución

Los aztecas también representaban los eclipses como el efecto de una enorme serpiente que devoraba al astro, llamado Metztli ó Yohualticitl, la "Señora de la noche". Las mujeres aztecas embarazadas no miraban a la luna durante el eclipse por miedo de que su hijo naciera leporino (con el labio "mordido" y aspecto de conejo como el que creían ver en la superficie de la Luna). Para evitarlo debían llevar un cuchillo de obsidiana negra en la cintura. Aún hoy a muchas mujeres embarazadas se las insta a no salir de casa cuando hay un eclipse y a menudo se las previene colocando cintas o hilos rojos a modo de cinturones con alfileres u otros objetos punzantes clavos o colgando de ellos. En Corea son los perros del rey de la oscuridad, Ganas Nara quienes por orden de su amo que quiere robarlos, persigue al Sol y a la Luna. A veces los alcanzan, pero las luminarias les queman en la boca y las vuelven a dejar donde estaban.

Ya hemos comentado como los aztecas, que conocían bien el ciclo de los eclipses lunares los representaban como una serpiente o dragón devorando a la Luna. Los esquimales, siguiendo en el continente americano, pensaban que el Sol y la Luna enfermaban de vez en cuando produciéndose así los eclipses. Por miedo a contagiarse de la terrible enfermedad de los astros se refugiaban en el interior de sus viviendas. También los incas pensaban que los eclipses eran enfermedades de los astros y cuando le tocaba enfermar a la "Madre Luna" la invocaban temerosos de que se cayera del cielo. En la región de Cusco se creía que una serpiente y un puma atacaban a la Luna y la gente hacía ruido para tratar de evitarlo.

VIDEOS

Vídeo de Infoastro, en el que se explica cómo se produce un eclipse, con datos del eclipse que tuvo lugar el 3 de marzo de 2007:

El eclipse lunar del 3 de marzo de 2007:

© 2008. Javier Arries
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«A veces, se alzan puertas. Atravesarlas o pasar de largo; esa es la elección del viajero, la causa de su grandeza y de su eterno peregrinar. Viajero llama a la puerta si quieres pasar...»