El vampiro de Karchau
(1593)
Caricatura de Paul Féval. Imagen de dominio público.
Paul-Henri-Corentin Féval, el autor de La vampira, y La ciudad vampiro escribió una obra en varios tomos llamada Les Tribunaux Secrets, y publicada en 1864. En ella se ocupaba de ciertos hechos históricos relacionados con conspiraciones, juicios, sociedades secretas, etc. El tomo segundo dedica varios capítulos a los "jueces libres", una organización secreta de origen medieval conocida también como La Santa Vehme. Esta organización, según la leyenda fue creada por Carlomagno para combatir a los rebeldes sajones que intentaran volver al paganismo. Los jueces libres eran temidos en toda la región, pues procedían de un modo estudiado cuyo objetivo era alimentar el miedo del pueblo. Secuestraban a personas inculpadas de contravenir los mandamientos o de practicar alguna herejía, y tras ser juzgados en algún lugar secreto eran ahorcados in situ.
En el capítulo III Féval cuenta una historia que transcurre en el reino de Bohemia, en los alrededores de Praga, un relato protagonizado por un vampiro. Precisamente, El Vampiro, el famoso grabado de R. de Moraine ilustra este capítulo representando una escena de la historia. Hay que tomarse este relato con muchas reservas, pues Féval es ante todo un literato que adornó la historia para hacerla más atractiva. Por otra parte no hemos encontrado ninguna fuente que lo avales. Respecto de su autenticidad sólo tenemos esta afirmación de Féval: "Hemos relatado esta historia tal y como la cuentan los libros polvorientos en latín de Hungría...". Vamos a resumir el relato:
En 1593 Philippe Ottocar, de treinta años de edad, último descendiente de la dinastía Ottocar de Bohemia, recorre el camino de Metnik a Praga regresando de un viaje a Tierra Santa. En aquel momento el trono de Bohemia estaba en manos de Austria y Philippe planea recuperar la corona para su familia. Para ello algunos de sus seguidores tratan de introducirse en las filas de los "Jueces Libres".
Portada del segundo tomo de Les Tribunaux Secretes.
Prometido con Constanza de Messein, hija del conde de Messein, y que por entonces tiene veinte años, tras llegar a Praga viaja hasta la cercana fortaleza de Messein después de tres años de ausencia. Pero al llegar se encuentra con que Constanza está aquejada por una enfermedad desconocida. Estaba pálida, débil, y se marchitaba lentamente de modo que ella misma pensaba que iba a morir. Durante el día estaba bien, pero al llegar la noche tenía el sueño agitado. La aparición de esta enfermedad coincidió con la llegada de un desconocido que solicitó pernoctar en la fortaleza y que partió con los primeros rayos del Sol sin despedirse de sus anfitriones.
Al llegar a la fortaleza Philippe encuentra mucha agitación en el castillo porque el extraño desconocido había regresado. Al despuntar el día el desconocido volvió a marcharse sin despedirse. Constanza, según le relató ella misma, sospechaba que era víctima de un vampiro. Philippe permaneció en la fortaleza, y durante tres semanas visitó las grutas de los jueces libres y se ocupó de que la conjura se extendiera por todo el reino, mientras esperaba que aquel hombre regresara para seguirle. Una tarde se presentó un hombre al que Philippe reconoció como un miembro de la sociedad, que venía a convocarle a una reunión para esa misma noche. Tomó su caballo y durante el camino se encontró con un caballero vestido de forma extraña del que intuyó que era el vampiro que amenazaba la vida de Constanza. Tras asistir a la reunión volvió al castillo rápidamente con la esperanza de encontrarle allí. Y allí estaba. Por la mañana el extraño tomó su caballo y partió sin despedirse.
Philippe siguió al desconocido, que cabalgó hasta el cementerio en las afueras de Praga, donde el extraño se introdujo. Durante la persecución Philippe consiguió arrebatarle un puñal que llevaba al cinto, y luego contempló como el extraño se introdujo en una tumba que había sido removida recientemente. Marcó entonces aquella tumba rompiendo con la espada una esquina de mármol para encontrarla más fácilmente después. Por otra parte al examinar el puñal observó que en el mango estaban grabadas las palabras "Tribunal Secreto".
Al día siguiente se conocieron los hechos en Praga y Philippe y el conde de Messein acuden a las autoridades religiosas. Una procesión de clérigos católicos se dirigió entonces al cementerio, donde aguardaba la muchedumbre. Según Féval, la procesión la encabezaban algunos niños vestidos de blanco cantando salmos; detrás de ellos los niños del coro; tras éstos iban sacerdotes portando estandartes y banderas representando la Pasión. Bajo palio, iba detrás el obispo de Praga. Y por último, cerrando la procesión, iba el verdugo y sus criados llevando un brasero o estufa encendido a sus espaldas. Philippe y el conde también estaban presentes.
Le Vampire, de R. de Moraine. Litografía de 1864. Imagen de dominio público.
Una vez dispuestas las autoridades alrededor de la tumba los ayudantes del verdugo dejaron el brasero en el suelo y comenzaron a cavar, mientras el obispo asperjaba agua bendita sobre la tumba, y los niños seguían entonando cánticos. Al abrir el ataúd de madera se halló un esqueleto cuya carne parecía haber desaparecido no hacía mucho, pero a los asistentes les pareció que la cabeza tenía cierta apariencia de vida. Pese a que no tenía ojos ni mejillas los labios aparecían rojos, carnosos y húmedos de sangre.
El obispo ordena entonces al verdugo que proceda y éste calienta un hierro al rojo vivo en el brasero; baja a la tumba y a requerimiento del obispo introduce varias veces el hierro en el pecho del esqueleto. Por último el obispo asperja de nuevo agua bendita sobre el cadáver humeante y la procesión retorna a la ciudad. El cadáver permaneció a la vista de la gente hasta la noche.
Este ritual es el que está representado en el grabado de R. de Moraine. Féval dice de paso, que esta ceremonia se reprodujo en varias ocasiones en Bohemia y Hungría, y que el historiador Chellius (Scheill) habla de un esqueleto del cementerio de Baden (territorio alemán al norte de Suiza), que tenía los labios gordos e hinchados por la sangre. El diácono le atravesó el pecho con un hierro candente y el esqueleto abrió los labios. Afirma Féval que el procedimiento de atravesar el corazón con un hierro candente también fue aplicado a un vampiro desenterrado en Temesvar por orden del gobernador de Valaquia.
En cualquier caso la salud de Constanza no mejoró después de este suceso. Philippe sospechaba que el vampiro no era tal, sino una persona de carne y hueso, y a juzgar por las palabras del puñal, miembro de "los jueces libres"; de modo que se apresuró a tratar de descubrirlo. Casualmente un día que se encontraba en las montañas llegó hasta la cabaña de un leñador. A la puerta de la cabaña pudo escuchar una conversación entre el leñador, de nombre Sujot, y el desconocido que visitaba el castillo. Este último estaba encargando al leñador que matara a Philippe al día siguiente y que luego se encontrarían en la gruta de los jueces francos de Karchau. Así supo que el desconocido era el jefe de los "jueces libres" de Karchau, el conde de Karchau, y dedujo que era austracista y por lo tanto enemigo acérrimo de la causa de los Ottocar.
Philippe asistió a la reunión en Karchau y cuando terminó la asamblea interceptó al juez y le obligó a aceptar un duelo a muerte, en el que pereció Karchau. Según Féval se corrió el rumor de que cuando estaban cavando una fosa para enterrar el cuerpo éste se esfumó convirtiéndose en humo. Constanza recuperó la salud, y se casó con Philippe dos meses después.
Hay varios elementos sospechosos en esta historia. Por un lado sorprende el modo de ejecutar al vampiro con una barra de hierro candente, cuando lo habitual es atravesar su corazón con una estaca; por otra, resulta extraño que la jerarquía católica se prestara a un ritual semejante, ya que la postura de la Iglesia Católica respecto del vampirismo era considerarle como una superstición y el desenterrar cadáveres era considerado como algo infamante; no obstante quizá Féval lo que hizo fue "novelar" algún relato que hubiera encontrado en alguna publicación de las que pudo consultar para escribir su obra.
© 2010. Del texto y traducciones,Javier Arries