Vampiros búlgaros: Derekuoi y DervisHkuoi
(1837, 1862)
Los siguientes casos han sido extraídos de una obra firmada por dos autores, S.G.B. St.Clair & Charles A. Brophy (Stanislas Graham Bower Saint Clair, y Charles A. Brophy); publicada en 1869, por John Murray, en Londres. El título de la misma es: A Residence in Bulgaria - or - Notes on the Resources and Administration of Turkey: The condition and character, manners, customs, and language of the Christian and Mussulman populations with reference to the Eastern question.
En 1877 se editó una versión revisada: Twelve years Study of the Eastern question in Bulgaria: Being a revised edition of «A residence in Bulgaria». En este caso la edición se realizó en Londres, por parte de Chapman & Hall.
En esta obra se habla de diferentes tradiciones búlgaras; y en particular, en las páginas 46 a 52 los autores nos hablan de vampiros y narran dos casos acaecidos en la localidad búlgara de Derekuoi.
El lugar, Derekuoi, sería una aldea cristiana de unas 60 casas cerca de la ciudad búlgara de Varna. Al intentar localizar esta ciudad en mapas de Bulgaria no hemos tenido éxito; pero hemos encontrado una Dereköy (nombre búlgaro) en el territorio europeo de Turquía, cerca de la frontera con Bulgaria. Es muy probable que sea la ciudad que buscamos, porque además fue territorio búlgaro en el siglo XIX.
La otra ciudad mencionada, Derviskuoi, quizá sea la localidad de Dervishka Mogila (41°56′N 26°21′E), en territorio búlgaro.
Con motivo de los últimos hallazgos en Bulgaria, hemos buceado entre nuestras notas y documentos acerca de las creencias sobre vampiros en el país, y hemos traducido del original el texto referente a las supersticiones sobre vampiros. Y lo vamos a exponer a continuación. Se puede acceder al texto completo de la primera edición pulsando aquí (otra versión en texto aquí), y al de la edición revisada, aquí.
Como bien apunta el investigador Rob Brautigam, que expuso estos casos en su web, (ahora inaccesible), ya que el texto dice que los hechos asociados al primero de los vampiros ocurrieron cinco años antes de que se escribiera el libro, los mismos tuvieron que tener lugar alrededor de 1864. En el caso del forastero de Derekuoi, el texto dice que fue 30 años antes del primero, lo que nos remite a 1839; pero en la versión revisada los autores afirman en el prefacio que fue escrito entre 1866 y 1867. Parece por tanto más acertado afirmar que el primero de los casos habría tenido lugar en 1862, y el del forastero de Derekuoi en 1837
Pero vamos con las páginas que nos interesan. En el capítulo IV leemos:
EL VAMPIRISMO EN BULGARIA
«Con diferencia, la superstición más curiosa de Bulgaria es la del vampiro, una tradición común a todos los países de origen eslavo, pero que ahora sólo se encuentra en su repugnante estado original en estas provincias. En Dalmacia y Albania, desde donde el conocimiento de esta superstición fue importado por primera vez a Europa, y que han sido considerados erróneamente por tanto como los países donde nació, el vampiro ha sido desfigurado por los adornos poéticos, y se ha convertido en un mero ser teatral, disfrazado en el oropel de la modernidad. Tabti el joven dálmata que, tras confesarse y recibir la Comunión como preparándose para su muerte, hunde un puñal consagrado en el corazón de un vampiro dormido en su tumba, como el vampiro de belleza sobrenatural que chupa la sangre de las doncellas dormidas no han sido imaginados por el pueblo, sino fabricados, o al menos ‘vestidos’ por novelistas de la escuela sensacionalista.
Cuando nació esta poesía ficticia de las cenizas de un pueblo cuya nacionalidad se ha extinguido, y que ya ha sido cultivada por la civilización, sustituyó a su dura, grave, e incluso terrible poesía, fruto de la valentía de losincultos o de los temores de una humanidad joven y vigorosa, y así la tradición legendaria se vuelve débil, dudosa y teatral. Así como en una balada se reconoce si su antiguedad no es tal por la suavidad de su ritmo y la sutileza de su rima, del mismo modo en las supersticiones de un pueblo sin educación, y de naturaleza salvaje, se distinguen la mano desfiguradora de la iglesia o de los poetas por sus rasgos religiosos o sentimentales.»
Stanislas Graham Bower Saint Clair. Cráditos de la imagen: By Juliux - Own work, CC BY-SA 4.0, Link.
Una nota al pie, refiriéndose a los vampiros, indica que
«Los búlgaros puros conocen a este ser por el nombre genuinamente eslavo de Upior, los gagaous (o búlgaros de raza mezclada) por el de Obour, que es turco; en Dalmacia es conocido como Wukodlak, que parece ser meramente una corrupción del griego actual βρυκόλαξ.»
El texto principal continúa así:
«Hoy en Dalmacia el vampiro no es más que una sombra en la que nadie cree, o al menos eso es lo que algunos pretenden hacer creer, del mismo modo que un voluntario escocés en Londres aseguraría su fe inquebrantable en los Kelpie y los Brounie de Sir Walter Scott, o tratará de convencerte de que lleva un kilt porque quiere y no por el efecto que provoca. Entre el vampiro convencional y el verdadero horror de las supersticiones de Slavonia hay tanta diferencia como la que hay entre el jefe de clan escocés que patea la bola de nieve bajo la cabeza de su hijo reprochándole que usar eso es un afeminamiento como el que muestra la gente del sur, que necesitan usar almohadas lujosas y el deportista con falda que derriba ciervos domesticados en un recinto.
En Polonia los clérigos católicos cumanos han tomado esta superstición como una forma de combatir al gran enemigo de la Iglesia, y los vampiros allí son cadáveres poseídos por el Espíritu del Mal, y ya poco tiene que ver con el vampiro de los antiguos eslavos. En Bulgaria se encuentra en bruto, en su forma original y repugnante; no es un cuerpo muerto poseído por un demonio, sino un alma que se rebela contra el principio inevitable de la muerte del cuerpo. El puñal dálmata, bendecido sobre el altar, no tiene aquí ningún poder, y su sustituto es un Ilatch (literalmente, medicina) administrada por una bruja o alguna otra mujer sabia, que detecta la guarida del vampiro al observar un agujero en su lápida, o en la tierra que la cubre, y lo rellena con excrementos humanos (su comida favorita) mezclado con hierbas venenosas.»TEODORO, HIJO DE UN VAMPIRO (1862)
El texto continúa relatando el caso de un sirviente que trabajaba para los autores, y cuyo padre supuestamente era un vampiro:
«Hablaremos ahora de una superstición búlgara sin adulterar, adelantando sencillamente que estamos bien familiarizados con ella, ya que uno de nuestros sirvientes es hijo de un bien conocido vampiro, y actualmente se encuentra haciendo penitencia durante la Cuaresma, y no debe fumar, ni beber vino ni licores, con el fin de expiar los pecados de su padre y evitar heredar su condición.»
Y una nota al pie del texto nos informa sobre el criado:
«El pobre Teodoro está enamorado de la señorita Tuturitza, que vive en la casa de al lado. Se trata de una joven dama que le corresponde; pero sus padres se niegan a que se lleve a cabo el matrimonio por culpa de que el padre de él es un vampiro.
Cuando un hombre que tiene sangre de vampiro en sus venas —porque esta condición no sólo es epidémica y endémica sino hereditaria— o que está predispuesto a convertirse en vampiro [como cuando un hombre es estrangulado por uno de estos seres.] muere, nueve días después de su entierro regresa a la tierra en forma aeriforme. La presencia del vampiro en esta primera condición puede discernirse fácilmente en la oscuridad por una sucesión de chispas como las de un pedernal y un acero, y en la luz, por una sombra proyectada sobre una pared y que varía en densidad según el tiempo transcurrido desde que se convirtió en vampiro. En esta fase es comparativamente inofensivo y sólo es capaz de gastar bromas pesadas similares a los de los kobold y los gnomos alemanes, a las del irlandés Phooka o las del inglés Puck. [Sólo se parece a estos espíritus en sus fechorías; a diferencia de ellos, nunca hace buenas obras a nadie.] ruge con una voz terrible, o se divierte llamando a los habitantes de una cabaña en los términos más afectuosos para luego golpeándolos hasta la muerte.»
El texto continúa narrando una historia que contaba el campeón de lucha de la localidad, quien afirmaba que había luchado con el vampiro, el padre de Teodoro, que un día, presentándose de forma invisible, le retó a luchar, provocándole una fractura en la mandíbula al luchador:
«El padre de nuestro servidor Teodoro era un vampiro de esta especie. Los vampiros tienen una fuerza extraordinaria. Una noche agarró por la cintura a Kodja Keraz (literalmente, Viejo Cerezo), el pehlivan ó campeón de lucha de Derekuoi, mientras le gritaba: "Bien; a ver si me puedes derribar Kodja Keraz". El campeón del pueblo utilizó toda su fuerza, pero el vampiro era tan pesado que Kodja Keraz se fracturó la mandíbula tratando de deshacerse del ser invisible que lo aplastaba de forma mortal.»
Y otra nota al pie, acompaña al texto:
«Por supuesto, las personas escépticas tratarán de encontrar una explicación a esta historia basándose en el exceso de vino y una caída sobre un montón de piedras. Afortunadamente en nuestro pueblo no existe este tipo de librepensadores y Kodja Keraz estará encantado de contar su historia, tal como la hemos narrado, a cualquiera que quiera indagar, y para probarlo puede llamar a muchos testigos que jurarán que se rompió su mandíbula.»
EL FORASTERO DE DEREKUOI (1837)
La obra continúa con el relato de otro caso ocurrido en la localidad de Derekuoi. Según los autores, el vampiro, una vez muerto y enterrado, se mueve como una sombra para buscar su alimento, siendo invisible para los ojos de las personas normales. Pero pasado este tiempo se hace de carne y hueso; y entonces es aún más terrible, porque reaparecerá en algún pueblo con toda la apariencia de una persona normal. Una vez allí puede incluso casarse y llevar una vida como la de cualquier persona viva. Pero por las noches saldrá a hacer de las suyas y a alimentarse de sus vecinos:
«En el tiempo en que esto ocurría, hace cinco años, nuestro pueblo estaba tan infestado de vampiros que los habitantes se vieron obligados a reunirse en dos o tres casas, a la luz de velas para pasar la noche, y vigilar por turnos a fin de evitar los asaltos de los obours, que iluminaban las calles con sus destellos, y de aquellos más agresivos que proyectaban sus sombras sobre las paredes de las salas donde permanecían los campesinos muertos de miedo; mientras que otros aullaban, gritaban, y maldecían delante de la puerta, entrando en las casas abandonadas, escupiendo sangre en la harina, poniéndolo todo patas arriba, y untando todo el lugar, incluso las imágenes de los santos, con estiércol de vaca. Felizmente para la aldea de Derekuoi, la madre de Yola, una vieja sospechosa de practicar brujería, descubrió el Ilatch que ya hemos mencionado, expulsó a estos espíritus molestos y problemáticos, y desde entonces el pueblo ha estado libre de estas desagradables visitas sobrenaturales.
Cuando el vampiro búlgaro termina sus cuarenta días como aprendiz en el reino de las sombras, se levanta de su tumba y es capaz de hacerse pasar por un ser humano que vive de forma honesta y natural. Hace treinta años llegó a este pueblo un extraño, se estableció y se casó con una mujer con la que vivía en buenas condiciones. La mujer sólo tenía una cosa que reprochar a su marido, que se ausentaba todas las noches y permanecía fuera toda la noche. Pronto fue notorio que (a pesar de que los animales carroñeros eran y son totalmente desconocidos en Bulgaria), una gran actividad de carroñero tenía lugar durante la noche llevada a cabo por algún ser invisible, y que cuando aquellos dientes invisibles consumieron a todos los caballos y búfalos muertos que eran abandonados en la calle, para perjuicio de los perros de la aldea, la misteriosa boca empezó a drenar la sangre de animales que de ningún modo estaban enfermos. Estos hechos y el testimonio de la mujer hicieron que sobre el extranjero recayera la sospecha de vampirismo. Fue examinado, se le encontró una sola fosa nasal, y en base a esta prueba irrefutable fue condenado a muerte. Para ejecutar esta sentencia los habitantes del pueblo no consideraron necesario avisar al sacerdote, ni confesarse, o usar cabestros o puñales consagrados; sencillamente ataron de pies y manos al hombre, lo llevaron a una colina próxima a Derekuoi, encendieron un gran fuego de madera de acacia mellifera, y lo quemaron vivo.»
Una nota al pie nos habla sobre algunas características físicas que presentan los vampiros en muchas tradiciones eslavas:
«Una idea totalmente eslava: en Polonia también se supone que el vampiro tiene un aguijón afilado en la punta de la lengua, como el de las abejas.»
APRESAR VAMPIROS EN UNA BOTELLA
Tras narrar el caso del forastero, los autores nos informan de un curioso método para atrapar y aniquilar vampiros: encerrarlos en una botella. No es algo novedoso, si pensamos que en algunos cuentos orientales musulmanes los djinn, los genios, son atrapados precisamente en botellas. También es una tradición asociada a la magia qabalística y medieval según la cual esta es una forma de apresar a ciertos espíritus. ¿Quizá esta tradición búlgara le debe algo a la presencia turca en los Balcanes? Nuevamente dejamos que sean los autores los que nos expliquen el procedimiento, que según ellos mismos dicen, suele ser el favorito de algunos cazavampiros locales:
«Existe, sin embargo, otro método de eliminar a un vampiro, que consiste en "embotellarle"; y hay personas que han convertido esto en una profesión, y su modo de proceder es como sigue. El hechicero, armado con una imagen pintada de algún santo, acecha hasta que ve pasar al vampiro. Cuando lo persigue con el icono, el pobre obour se refugia en un árbol o en el tejado de una casa, pero su perseguidor le sigue con su talismán, conduciéndole lejos de toda vivienda, llevándole hacia una botella especialmente preparada, en la que se ha introducido un poco de la comida favorita del vampiro: al no tener vía de escape, entra en esta prisión, y la cierran inmediatamente con un corcho en el interior del cual se ha puesto un fragmento del icono. La botella se arroja después al fuego, y el vampiro desaparece para siempre. Este método resulta curioso porque nos muestra la idea groseramente material que tienen los búlgaros del alma, al imaginarla como una especie de compuesto químico que puede destruirse (como el hidrógeno sulfurado) mediante el calor, de la misma manera que creen que las almas de los muertos tienen apetitos y se alimentan igual que los seres vivos allí donde estén».
En el capítulo V, se mencionan estas capacidades para atrapar a los vampiros que se atribuyen a las brujas:
Sea lo que fuere en el pasado, la bruja búlgara de la actualidad tiene poco parecido con su hermana de Europa de hace doscientos años; ha perdido el arte de volar por el espacio en una escoba y no asiste al aquelarre en el Brocken; de hecho, probablemente ni ella ni sus superiores fantasmales (si estos últimos son auténticos espíritus búlgaros) han oído hablar nunca de la existencia de las montañas de Harz; no es la esposa del diablo, sino la mujer más respetada de su aldea; los vampiros pueden ser envenenados, o embotellados y quemados, pero la bruja recibe ofrendas de aves, leche y huevos de sus agradecidos o tímidos conciudadanos; y para ser justos con ella hay que admitir su péérdida es mayor que la de un pope; porque aunque, como él, impone impuestos a la aldea, ocasionalmente presta un buen servicio a cambio con un conocimiento de los remedios simples (una rama de la medicina que ahora se descuida demasiado generalmente) que produce curas aparentemente poco menos que maravillosas.
Para terminar la historia del vampiro búlgaro, destacar tan sólo que no parece tener un apetito peculiar por la sangre humana, que sería su característica más terrible según se supone generalmente, sino que la necesita sólo cuando se han agotado otros recursos alimenticios.
EL VAMPIRO DE DERVISHKUOI
Este caso se narra en una nota al pie que acompaña al texto anterior:
«Como ya comentamos al principio de este capítulo, supimos que la ciudad de Dervishkuoi, a seis horas de aquí, está hoy en día hechizada por un vampiro. Se aparece con un compañero que fue tratado con el remedio habitual; pero parece que éste es a prueba de venenos, y puesto que pronto completará sus cuarenta días como sombra, los ciudadanos están terriblemente alarmados, ya que temen que aparezca en carne y hueso.»
ACERCA DE LOS AUTORES
En el Prefacio de la obra, los autores se presentan a sí mismos, indicando el porque estaban culalificados para hablar de un país que por entonces era prácticamente un completo desconocido para Occidente. En el Prefacio de la versión revisada dan aún algún dato más de como se reunieron para escribir este libro. Resumiendo todo lo que dicen, Saint Clair, militar británico, capitán del veintiuno de fusileros, afirma ser un buen conocedor de los países eslavos, y de sus lenguas; además explica que vivió dos años en Bulgaria. En 1866 contacta en París con Brophy, militar a su vez, que conoce bien el turco, y que se decide a acompañarle cuando le narra su experiencia allí y su intención de volver a Bulgaria ese mismo invierno. Fruto de ese viaje fue el libro, que escribieron en seis semanas.
He aquí una traducción que hemos hecho del Prefacio de la edición original:
«Como justificación del intento de los autores de describir en parte un país que pese a estar a cinco o seis días de distancia de Inglaterra es tan poco conocido como el interior de África, les incumbe exponer las cualificaciones que tienen ambos para abordar esta tarea.
Uno de ellos ha vivido en Bulgaria durante casi tres años, además de tener una experiencia de muchos años de la Europa del Este y de sus pueblos, conoce bien el turco, y también conoce a fondo las lenguas y dialectos eslavos, entre los cuales se incluye Bulgaria, naturalmente; y el otro ha pasado dieciocho meses en la misma localidad y tiene un buen conocimiento de la lengua turca.
Los autores se establecieron en una aldea cristiana entre las colinas de los Balcanes, donde aprendieron a conocer a los rayah búlgaros mejor que si hubieran residido veinte años en una ciudad. En el transcurso de muchas excursiones en esta y otras provincias vecinas, han hecho en la mayoría de los casos relaciones muy agradables con la población musulmana –turcos, tártaros, circasianos, y arnautas. Sin requerir la ayuda de intérpretes, y confiando en sus armas como escolta, han tenido la oportunidad de oír la verdad desnuda de musulmanes y cristianos, mejor que un viajero que hubiera venido acompañado por una escolta de dragones o de soldados.
Como excusa de las muchas deficiencias y defectos de su libro, los autores deben decir que fue escrito sin la posibilidad de acceder a obras de referencia, ya sean históricas o estadísticas, y con muchas interrupciones debidas a enfermedades y otras causas. Cuando iniciamos este trabajo hace algunos meses, estaba destinado a ser una mera descripción de los hábitos y costumbre del pueblo, pero a medida que avanzaban en él los autores se vieron obligados a aludir a los muchos agravios y defectos de organización que distinguen a este país por encima de todos los demás, por lo que el libro adquirió un carácter más político de lo que estaba previsto en un primer momento.
Los autores no pretenden ser considerados como políticos o economistas políticos, pues lo que han escrito es la pura verdad, literal, y las inferencias que han hecho son las que hubiera hecho cualquier persona objetiva que conozca los distritos rurales de Turquía en Europa. En todo lo que han declarado no hay nada parecido a rumores, ni han escuchado ninguna vez las alegaciones de musulmanes o cristianos sin indagar y asegurarse de su exactitud.
A cualquier interesado en estos temas podemos darles los nombres de las personas que se han ocultado en la obra usiando sus iniciales, así como los de las personas que los autores han designado bajo nombres ficticios; no hay ni una anécdota, ni una aseveración que los autores no puedan probar y fundamentar.
Lo que se ha escrito sobre la Iglesia Oriental probablemente será chocante para las ideas preconcebidas de mucha gente en Inglaterra, pero ¿en qué se fundamentan, más allá de lo imaginario, los falsos vínculos de la religión griega, tal como se practica, con nuestra fe nacional, y la simpatía hacia un pueblo del que se supone de forma errónea que sufre y está oprimido? No hace más de dieciocho meses uno de los autores llegó a Bulgaria llevando consigo los prejuicios habituales de los ingleses a favor de los orientales. Hasta qué punto han cambiado por la experiencia esas opiniones sobre el cristianismo y los cristianos del Este puede juzgarse por el libro en sí.
Los rayah han sido demasiado idealizados por sus numerosos admiradores, interesados o desinteresados, políticos o sentimentales, mientras que a los turcos se le ha dado demasiada mala reputación por sus enemigos, o por aquellos que no saben nada acerca de ellos. Tal y como decía el feligrés de aquel sacerdote escocés: “nadie reza por el pobre diablo”. Si los autores logran convencer a sus lectores de que lo concerniente tanto a cristianos como a musulmanes ha sido muy tergiversado en Europa occidental, y de que el país que habitan podría convertirse en una de las potencias más florecientes y poderosas del mundo si hubiera una administración turca real, sin el obstáculo de la influencia extranjera, habrán logrado alcanzar su objetivo.»
© 2012. Del texto y traducciones,Javier Arries