Libro

Belek, el enano vampiro

Una extraña leyenda contemporánea de Buenos Aires.

LA LLEGADA DEL CIRCO

La leyenda de Belek ha sido publicada en diferentes páginas de Internet. El texto ha sido directamente copiado y pegado de un site a otro; pero su fuente original es la obra Buenos Aires es Leyenda, una trilogía que recoge historias y leyendas curiosas de la capital argentina, escrita por Guillermo Barrantes y Víctor Coviello.

Según la narración, a finales de los setenta, en enero de 1970 según algunos, llegó a Buenos Aires como parte de una gira mundial el llamado Circo de los Zares, de artistas de origen prusiano, y propiedad de Boris Loff (obśervese el parecido con el nombre de Boris Karloff, el célebre actor británico de películas de terror). Según una versión que circula por Internet la carpa se montó en el barrio de Boedo, en el predio del Antiguo Gasómetro de Avenida de La Plata, el que fuera primer estadio del Club Atlético San Lorenzo de Almagro; y donde actualmente se alza un supermercado entre las calles Inclán y Las Casas. Sin embargo, los autores de Buenos Aires es Leyenda afirman que el Circo se instaló en el terreno ocupado por el Nuevo Gasómetro, el Estadio Pedro Bidegain, inaugurado el 16 de diciembre de 1993, situado en la Avenida Gral Francisco Fernandez de la Cruz, entre las avenidas de Perito Moreno y de Varela (Flores).

Como no podía ser menos entre sus integrantes habría varios enanos; entre ellos, uno rumano, ó húngaro según otros, llamado Kirki y famoso por su agilidad, originario de los Cárpatos y que actuaba como payaso estrella. Se sucedieron las actuaciones, pero pronto la intranquilidad se apoderó del circo y de sus trabajadores, porque algunos animales empezaron a morir de forma misteriosa. Al principio las muertes se achacaron a alguna enfermedad que podían haber traído consigo desde Brasil, donde el circo estuvo antes de su llegada a Argentina.

Así lo creía Boris Loff, el encargado del circo, que además poseía algunas nociones de medicina, hasta que advirtió que los animales morían de noche, que presentaban unas extrañas marcas en diferentes lugares de sus cuerpos, y que los cadáveres prácticamente estaban vacíos de sangre. Inmediatamente se sospechó que algún animal quizá fuera el responsable de los ataques y Loff encargó al Hombre Bala y a la Mujer Barbuda que vigilaran para tratar de atraparlo.

EL DESCUBRIMIENTO DEL VAMPIRO

La última noche que iban a permanecer en el país oyeron unos extraños ruidos procedentes de la tienda de Kirki. El Hombre Bala se abalanzó contra la puerta y al entrar encontraron al enano succionando sangre del cuello de Vera, una mona que intervenía en algunos números muy apreciados por chicos y mayores. Loff decidió expulsar al enano, pero no lo denunció a las autoridades para evitar que la prensa capitalista y anticomunista se cebara con el circo soviético y sus empleados.

Lugares asociados a la leyenda de Belek

Mapa de Buenos Aires y Argentina mostrando los lugares asociados a la leyenda de Belek.

Mientras, Kirki se refugió en un caserón semiabandonado en el 14 de la calle Recuero, haciendo casi esquina con Castañón, en el Bajo Flores (la zona sur del barrio bonaerense de Flores), donde permaneció después de que el Circo dejara Buenos Aires. Pronto los vecinos se percataron del nuevo y extraño inquilino, y le bautizaron como Belek. Pero el barrio pronto fue presa de habladurías en torno al viejo caserón abandonado donde se escondía el enano, por las extrañas desapariciones de gatos domésticos y callejeros, y también perros, que empezaron a producirse en noches sucesivas.

Avenida Ribadavia

Avenida Ribadavia en el Barrio de Flores (licencia Creative Commons)

Los rumores empezaron a dar paso al miedo. Y este se desató del todo cuando doña Ángela, una vecina de la calle Santander, se quejó de la desaparición de uno de sus gatos, su favorito. Las sospechas recayeron inmediatamente sobre el singular enano que habitaba la casa vacía, y que salía únicamente de noche; especialmente después de que unos niños se atrevieran a acercarse a la tenebrosa casona con aspecto de castillo y descubrieran en los jardines los restos de varios animales. Más tarde se encontraron allí los huesos de las mascotas desaparecidas.

El miedo era tal que las madres impedían a sus hijos salir de casa más allá de las ocho de la tarde, y los dueños de mascotas se cercioraban de que éstas no podían salir a las calles del barrio cuando caía la noche.

TERROR EN EL BAJO FLORES

Sin embargo pronto los ataques no se redujeron a animales. Los autores de Buenos Aires es Leyenda, Guillermo Barrantes y Víctos Coviello, dieron con un vecino que fue testigo directo de las andanzas nocturnas de Belek. De hecho, poco faltó para que se convirtiera en su presa. Don Fulgencio, que así se llama este hombre ahora jubilado, paseaba por le barrio camino del almacén propiedad de un turco de nombre Asid con intención de comprar una barra de pan, acompañado de su perro Osvaldo. En estas estaba cuando el enano hematófago se aferró a su tobillo. Afortunadamente el can, saltó sobre la espalda del enano logrando así liberar a su dueño y obligando a su atacante a huir internándose en la noche entre improperios incomprensibles. Don Fulgencio, cuando fue hallado por los investigadores, aún conservaba sus botas de goma con las marcas que dejaran allí los dientes de Belek.

Al día siguiente del ataque a Don Fulgencio los vecinos del barrio recurrieron al Padre Luis, de la Iglesia Nuestra Se?ora de la Medalla Milagrosa, pensando que aquel extraño personaje estaba poseído. Y vecinos y sacerdote se dirigieron hacia el caserón vacío donde se sabía que se refugiaba el enano. No obstante al llegar no lo encontraron allí, aunque sí hallaron un cajón de manzanas forrado con pana y unos libros escritos en ruso, en cuya cubierta podía leerse el nombre de su dueño, Kirki.

Iglesia Nuestra Se?ora de la Medalla Milagrosa

Iglesia Nuestra Se?ora de la Medalla Milagrosa.

BELEK SIGUE ACECHANDO

Y los ataques continuaron. Y al final hubo víctimas humanas. A la misteriosa muerte de una vecina del barrio siguió la desaparición del bebé de una chica, arrebatado por el enano bebedor de sangre. Tal era el miedo y la inquietud en el barrio que se colgaban ristras de ajos tras puertas y ventanas. Otro vecino, de nombre Galán, afirmaba que había sido atacado por el enano, pero que pudo librarse de él gracias a una llave como las que el popular actor y luchador argentino Martin Karadagián hacía contra los malos en sus películas y espectáculos, un piquete de ojos una llave que consiste en lanzar los dedos índice y medio contra los ojos del adversario). Por fin, una noche, atraparon al enano con la red de una portería de fútbol cerca de la estación; pero Belek consiguió romperla y zafarse gracias a un cuchillo que exhibió amenazante frente a los atemorizados vecinos.

Los que lo vieron decían que medía menos cincuenta centímetros y que su cabeza ovalada esta cubierta de una melena rojiza y rizada. Se movía con una agilidad asombrosa y a partir de aquella noche nadie se le pudo acercar a menos de cient metros, pues cuando alguien se acercaba corría y trepaba por los muros del cementerio hasta desaparecer.

Barrios del Bajo Flores

Lugares emblemáticos del Bajo Flores: Cementerio de San José, Villa 1-11-14, el estadio del Culb Atlético de San Lorenzo de Almagro, etc. Foto de satélite extra?da de Wikimapia.

Lo que ocurrió con Belek después no se sabe con certeza. Algunos afirman que se mudó a la provincia de Córdoba huyendo del clima húmedo de Buenos Aires al estar afectado por alguna enfermedad respiratoria que le hacía toser. Pero otros dicen que se fue al cementerio del Barrio de Flores, el Cementerio de San Jos?; donde pasa sus días alimentándose con gatos, ratas y otros animales pequeños al amparo de la noche. Se dice que hasta no hace mucho algunos vecinos llevan crucifijos en los bolsillos para defenderse si eran atacados por el vampiro y que aún hoy al lado de las puertas de algunas casas se pueden ver ristras de ajos. Al ser preguntados por tan curiosa costumbre los vecinos alegan que es para traer buena suerte, ya que hay un acuerdo tácito para no reverlar la verdadera finalidad de tan singular amuleto. Y no falta quien aún diga que lo ha visto merodeando en las proximidades del cementerio.

El 29 de junio de 2014 el diario on line Tiempo de San Juan, afirmaba que según una joven y "temerosa" vendedora de café del barrio “Todavía está allí”, cerca del cementerio. Y continúa el autor del artículo: "Nos contó además que en diciembre pasado lo vieron correteando entre las tumbas, emitiendo quejidos y orinando contra la pared de las bóvedas"..

BUENOS AIRES ES LEYENDA

Buenos Aires es Leyenda

Portada de Buenos Aires es Leyenda.

Como mencionamos al comienzo, la historia de Belek se ha popularizado gracias a que fue recogida por los escritores argentinos Guillermo Barrantes y Víctor Coviello en su obra conjunta Buenos Aires es Leyenda, publicada en el 2004 en Buenos Aires por Editorial Planeta. Ambos autores expusieron en forma de relato, en lo que ya es una trilogia, diferentes historias porteñas a partir de las narraciones y los testimonios de hombres y mujeres de los barrios bonairenses que habían oído hablar o participado de alguna manera en ellas.

ALGUNOS APUNTES INTERESANTES

Hay en la leyenda de Belek algunos elementos sugerentes que lo conectan con la realidad del barrio en el que se centran sus andanzas; como si su historia reflejara en parte los miedos y los anhelos de su comunidad, de las gentes que allí viven y de acontecimientos de la historia reciente de la ciudad que los acoje. Y para conocer los entresijos de una ciudad nada como aquellos que la conocen desde dentro.

Situémonos por un lado en el tiempo. El Circo de los Zares llega hasta Buenos Aires a finales de los setenta. No obstante son los tiempos de la Unión Soviética, que exitió entre 1922 y 1991. En aquellos años las autoridades soviéticas deseaban borrar todo vínculo con la Rusia zarista. Esto es algo que los autores de Buenos Aires es Leyenda ya hacen notar en su excelente trabajo. En él afirman que el Circo databa de los tiempos del zar Pedro el Grande (1672-1725); y que pese a que después de la revolución cambió su nombre más tarde las autoridades soviéticas le devolvieron su nombre original al considerar que no era éste un detalle importante.

Una buena amiga, la escritora marplatense Marie Celeste, nos puso sobre aviso de que el Circo de los Zares no sólo pudo haber existido, sino que podría haber seguido en activo durante bastante tiempo. En esta p?gina web de un diario ecuatoriano publicada el 8 de febrero de 1994 leemos que el Circo de los Zares de San Petersburgo tuvo ciertos problemas durante su estancia en Quito, mientras estaba de gira por diferentes países latinoamericanos. Encontramos otras dos entradas relacionadas con esta noticia aqu? y aqu?. Ahora bien, la ciudad de San Petersburgo fue rebautizada por las autoridades soviéticas en 1924 como Leningrado, y no volvió a recuperar su nombre original hasta 1991; de modo que es improbable que el circo llevara ese nombre a finales de los setenta. Sería interesante consultar las hemerotecas para buscar noticias relacionadas con la llegada de circos a la ciudad en esos años.

En cuanto al nombre de nuestro vampiro, Kirki; al parecer es un nombre griego. En otras lenguas lo más parecido es Kirk, nombre presente en Escocia, Noruega y Alemania. Kirki sí es un apellido que hemos podido rastrear en Estados Unidos y Gran Bretaña.

Algo en lo que también repararon los autores de Buenos Aires es Leyenda, es en el parecido del nombre del encargado o dueño del circo, Boris Loff, con el célebre actor británico Boris Karloff, que se especializó en películas de terror. Sin duda no deja de parecer una licencia literaria, una nota pintoresca a una historia ya de por sí realmente curiosa.

¿Un depredador quizá de pelo rojo qué tenía su guarida en la casona del Bajo Flores, edificio de aspecto tétrico que ya tenía fama de lugar tenebroso? ¿Quizá algún vecino aprovechó el miedo para atacar y asustar a la gente del barrio? ¿Quién sabe? Pero desde luego la leyenda es evocadora y sin duda adorna con cierto aire romántico al Bajo Flores.

© 2014. Del texto y traducciones,Javier Arries

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