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ENTIERROS ANTIVAMPIROS EN POLONIA: CEDYNIA, WOLIN, Y DĘBICA

Extractos y conclusiones de un artículo de M. Garas.

Mapa de Polonia con la ubicación de Pień

Ubicación de los cementerios mencionados en el artículo.

Este artículo es un resumen de un trabajo de Monika Garas[1], de la Universidad de Gdansk, publicado en el número 56 de la revista Acta Archaeologica Lodziensia, y cuyo título es Pochówki atypowe na cmentarzyskach zachodniopomorskich w dobie chrystianizacji. Podemos traducirlo como Entierros atípicos en cementerios de Pomerania Occidental en la era de la cristianización.

Le dedicamos un artículo porque contiene información muy interesante sobre prácticas antivampíricas en Polonia. Traducimos el sumario del artículo:

Las prácticas funerarias se encuentran entre las más impermeables a los cambios de hábitos. Durante el período de cristianización hubo distintos intentos de integrar las costumbres paganas con la religión cristiana. La forma de la tumba en el suelo, así como la colocación del cuerpo sobre la espalda cumplieron con los requisitos de la nueva religión: el cristianismo. Poner regalos en las tumbas estaba relacionado con las creencias paganas de que los difuntos pueden afectar el mundo de los vivos. El ejemplo más claro de estas creencias son las prácticas antivampiro. Apuntaban a la eliminación de la amenaza que podrían representar los muertos. Este artículo presenta las huellas arqueológicas de los rituales anti-vampiros descubiertos en los cementerios de Pomerania Occidental.

Se trata de un estudio sobre la cristianización y las prácticas funerarias en Pomerania, región histórica repartida hoy entre el norte de Polonia y Alemania.

OBJETOS Y ALIMENTOS EN ENTERRAMIENTOS

Antes de empezar debemos señalar que la inhumación es una costumbre que trajo la nueva fe. La costumbre usual, entre los eslavos era quemar el cuerpo con objeto de liberar el alma. Enterrar los cuerpos fue algo que trajo el cristianismo. Este proceso, en Pomerania, y según consta en el artículo de Garas, tuvo lugar a finales del siglo X, según se deduce de los restos hallados en los cementerios más antiguos, los de Wolin-Młynówka (en activo desde la segunda mitad del siglo X hasta 1112) y Cedynia 2a (en activo desde la segunda mitad del siglo X hasta principios del siglo XI o XII). Entre los siglos VIII y XII la costumbre de enterrar a los difuntos se fue extendiendo entre los eslavos occidentales, aunque no está muy claro si sólo por la expansión del cristianismo o por la influencia de los mercaderes de origen escandinavo, presentes en Pomerania desde el siglo XI (de hecho a esta influencia se parecen deberse algunos enterramientos en contenedores que imitan la forma de barcos), y por el contacto con los pueblos nómadas del este.

Con la llegada del cristianismo el entierro por inhumación se convirtió en una norma obligatoria, aunque no había una regla uniforme para todos los territorios, y viejas costumbres se mezclaban con el nuevo rito. Una de la costumbres paganas que sobrevivió a la cristianización analizadas en el artículo es la de dejar objetos en la tumba (ornamentos, armas, utensilios,...), y que tiene raíces paganas. La Iglesia permitía que se dejaran junto al cuerpo objetos que pertenecieron al difunto y que indicaran su posición social y su profesión, pero prohibía que se dejaran objetos cuya objetivo real fuera el de dejarle objetos que pudiera usar en el más allá, que era lo habitual en la religión pagana.

Con todo, el pueblo interpretaba esta regla a su manera y dejaba a sus difuntos los objetos a los que habían tenido apego en vida, generalmente armas y herramientas en el caso de los hombres, y útiles de costura y joya en el de las mujeres. Frente a los eclesiásticos podía decirse que eran símbolos del prestigio y oficio del difunto, pero por otra parte era un reflejo de creencias paganas. Por un lado se depositan junto al cuerpo las cosas de su propiedad por miedo a que trate de vengarse si se le arrebatan; por otro lado se creía que el cadáver tenía un efecto nociva que afectaba a las cosas que entraban en contacto con él, de modo que se depositaban junto a él en la tumba.

Igualmente la práctica de poner ofrendas de alimentos en las tumbas es una supervivencia de creencias anteriores a la fe cristiana, costumbre a la que se oponía la Iglesia. Muchos de los alimentos que se dejaban tenían un claro carácter simbólico y mágico. Por ejemplo, se dejaban huevos y objetos con esta forma hechos de arcilla, de piedra o vidrio. Y es que el huevo, que desde el punto de vista mitológico representa el embrión del mundo, simboliza el germen de una nueva existencia, de un renacimiento. Sonajeros con forma de huevo se conocen desde la Edad de Bronce. Al hallarse en tumbas de niños se pensó en un primer momento que sólo eran juguetes, pero su peso era tal que difícilmente podrían haber servido con este propósito, de modo que seguramente tenían una función ritual y mágica que incluía proteger al cadáver. El sonido de tales instrumentos por otra parte neutraliza el «silencio mortal» en el que se creía que estaba sumido el mundo de los muertos. Del mismo modo las habas, cuya forma se parece a la de un embrión humano, los guisantes, las nueces, junto con semillas de amapolas, hongos,... eran ofrendas funerarias habituales, que además formaban parte, incluso hoy, del menú de Nochebuena, de los ritos de Año Nuevo y Primavera, momentos en el que el Cosmos se regenera.

MONEDAS

Pagana parece también la costumbre de dejar monedas en la boca o en las manos del difunto, aunque luego entró dentro de la esfera del cristianismo como pago para que San Pedro abriera las puertas del cielo al difunto. Aún así, esta interpretación cristianizada de una costumbre más antigua formaba parte de las creencias locales, y no de la ortodoxia representada por el clero. Por eso algunas llevan la inscripción «tributum petri». De hecho la costumbre, al principio, no se aplica a los cuerpos de los clérigos, aunque poco a poco se va extendiendo también a ellos, probablemente porque era el uso en el seno de sus propias familias. Sobre su utilidad como método antivampírico de esta costumbre dice Garas:

«No menos importante es el posible significado apotropaico o antivampírico, especialmente en los casos en los que se pone dinero en la boca. Según las creencias populares, se suponía que neutralizaban los poderes de las brujas y evitaban que los muertos volvieran a la tierra. Colocados en los párpados o en la boca, también debían imposibilitar la recepción de estímulos de este mundo y permitir la comunicación en el otro».

CARACTERÍSTICAS QUE DEFINEN AL VAMPIRO

Garas menciona las características que podría manifestar alguien susceptible de convertirse en vampiro: los que mueren de forma violenta, los suicidas y ahogados, los muertos por la peste, los insepultos, los niños que no han sido bautizados, las mujeres que mueren durante el parto, los jóvenes que han muerto sin haber disfrutado de la vida...

También los criminales podían convertirse en vampiros, y la gente que moría sin la luz de las velas de un funeral y sin haber recibido los últimos sacramentos (era importante tener una «buena muerte»; es decir que se cumplieran bien y de forma cuidada todos los ritos funerarios: la vigilia, el velatorio, el entierro), los sacerdotes que morían en pecado, los que renegaban de su fe y se convertían al Islam, los brujos, aquellos cuya tumba ha sido profanada (por ejemplo para robarles), los que mueren durante una fiesta sagrada como Semana Santa o Navidad, aquellos sobre cuyo cuerpo salta un gato o cualquier animal.

En vida algunos ya eran sospechosos de convertirse en vampiros: lisiados, niños que nacen con la bolsa amniótica o con dientes, los que tienen dos filas de dientes, cejijuntos, los enfermos mentales, los niños que fueron fruto de una relación incestuosa o ilegítima, el séptimo hijo de una serie de hijos del mismo sexo, los que buscan venganza, los que no se bautizaron en vida, los excomulgados.

MÉTODOS ANTIVAMPIROS

Algunos métodos preventivos para que el difunto no pudiera dañar a los vivos consistían en dejar semillas de amapola en la tumba, ya que se vería obligado a contarlas, y son tan pequeñas que saldría el Sol antes de que pudiera hacerlo. La siguiente noche tendría que empezar de nuevo. Añadamos que algunos autores atribuyen a las semillas de amapola el poder de adormecer al vampiro, ya que es un sedante suave que se le suele dar a los niños para que duerman bien. O colocar una red de pesca para obligarle a contar los nudos. Sólo puede contar un nudo al año, de modo que sus parientes morirán antes de que él pueda hacerles daño, y como antes de poder atacar a extraños tiene que llevarse a los suyos, ya nada podrá hacer. También, según otra versión, podrá contar sólo una semilla de amapola al año. Estos datos proceden de la investigación etnográfica, han sido recogidas de forma oral de la población; desgraciadamente estos elementos orgánicos, si los hubo, no se han detectado en los hallazgos arqueológicos, ya sea porque no se han realizado estudios paleoetnobotánicos, ya sea porque al ser restos orgánicos no se han conservado.

Si se sospechaba que el muerto había regresado de la tumba se tomaban medidas contra él, y estas acciones sí han dejado huella. Lo habitual era decapitar al difunto, quemar la cabeza y estacarla. O bien se dejaba entre las piernas, o lejos de las manos. A veces se dejaba lejos de la tumba. Si ya se sospechaba de él antes de enterrarlo, como ocurría con suicidas o los que morían de forma inesperada, se les enterraba fuera del camposanto, detrás de la valla del cementerio, en cruces de caminos, bosques, o carreteras. Los isnformes etnográficos confirman que se les colocaba bocabajo en la tumba, se les clavaban estacas de madera, dientes de rastra, o clavos grandes. Los registros etnográficos nos permiten saber que hasta el siglo XX también se ponían piedras o ramas sobre la tumba.

Profanar la tumba era algo contrario a la doctrina católica, pero al final algunos clérigos lo permitieron e incluso lo adoptaron ellos mismos en situaciones desesperadas, como epidemias. A las antiguas prácticas paganas se unieron el uso del crucifijo, el agua bendita, las oraciones y las letanías. A veces los lugareños usaban hostias consagradas que robaban de la Iglesia, lo cual demuestra, señala Garas, que el miedo al vampiro era más fuerte que el miedo a cometer sacrilegio.

CASOS CONCRETOS DE ENTERRAMIENTOS ANTIVAMPIROS

Garas examina algunos enterramientos atípicos descubiertos en algunas necrópolis de Pomerania, y para ello cita la obra de A. Porzeziński[2], de la cual toma las láminas que hemos añadido aquí y tomado a su vez. Comienza examinando los del cementerio Cedynia 2a, una población que se sitúa al noroeste de Polonia, prácticamente al lado de la frontera con Alemania. Allí hay decenas de enterramientos que podrían haber sido objeto de prácticas antivampíricas. Y describe algunas de ellas:

La número 68 contiene los restos de un sujeto cuyo cuerpo quisieron inmovilizar cubriendo sus piernas con piedras.

En la número 76 su ocupante fue decapitado, y su cuerpo puesto bocabajo con las piernas ligeramente flexionadas. Cuando se decapitaba a alguien como medio de ejecución la cabeza se dejaba en el lugar que le correspondía; sin embargo no apareció en la tumba. Además los ejecutados se enterraban fuera del cementerio o en lugares especialmente designados para ellos. De modo que todo apunta, según Garas, a que fue tratado como un vampiro.

Enterramiento de Cedinia 2a.

Tumbas 68 y 76

Al de la número 94 le ataron las manos a la cintura y lo colocaron de lado (lo normal es dejar el cuerpo tendido sobre la espalda).

El de la 212 también fue encontrado de lado, con los pies atados y las manos atadas debajo de la barbilla.

Enterramiento de Cedinia 2a.

Tumbas 94 y 112

El de la 183 fue colocado bocabajo y con el brazo izquierdo doblado bajo el cuerpo.

Enterramiento de Cedinia 2a.

Tumba 183

Al nivel de la pelvis, en los de las fosas 66 y 71, hay huellas de cremación.

Enterramiento de Cedinia 2a.

Tumba 66 y 71

En el de la 172 sólo queda la parte superior del esqueleto, ya que la parte inferior fue quemada allí mismo en una hoguera de la quedan los contornos de la leña carbonizada.

En las tumbas n.° 112 y 112a se encontró el esqueleto desmembrado de un hombre colocado en un pozo de forma oval sobre una capa de carbón y arena derretida. El cráneo esta en el lado noroeste y separado del resto del cuerpo por 3 grandes huesos de animales, cuya especie vendría bien determinar para tratar de ver si hay algún simbolismo o razón mágica en ello.

Enterramiento de Cedinia 2a.

Tumba 172 (izquierda) y 112 y 112a (derecha)

Las ataduras son un medio preventivo que se lleva a cabo cuando se está enterrando el cuerpo; pero las decapitaciones y los rituales de quemado suelen realizarse cuando se abre una tumba porque se sospecha del difunto cuando han ocurrido muertes inexplicables entre los familiares.

Métodos similares se documentan en 6 enterramientos en el cementerio de Cedynia 2. Allí encontramos de nuevo a los cuerpos colocados bocabajo o de lado, y con las manos y piernas cruzadas, y muy posiblemente atadas. Fueron decapitados, y las cabezas colocadas hacia el sur. La parte superior del cuerpo se cubrió con piedras.

En el caso de las tumbas 420 y 470 los cuerpos, colocados bocabajo, incluso presentaban las manos clavadas a las tablas y cubiertas con pegamento. En la de la 420 se puso una moneda en la boca del cadáver. No se puede determinar si en estos casos este procedimiento tan elaborado se aplicó durante el entierro o después, tras reabrir la tumba.

En la isla de Wolin se encontraron en un cementerio tres tumbas de este tipo:

La número 17 tenía un cuerpo enterrado bocabajo con los pies encorvados, probablemente atados. Este hombre medía 195 cm, cuando la media era de 160 cm. Parece probable que padeciera de gigantismo, enfermedad que suele acompañarse de un retraso mental. Ambas cosas podrían haber propiciado las sospechas de sus vecinos.

En la necrópolis de Dębica, al sur de Polonia, aunque lejos de Pomerania, en la tumba número 10, se encontraron los restos de una mujer cuyo cuerpo fue desmembrado, quemado allí mismo, cubierto con cal. Por último colocaron piedras sobre los restos. Tampoco podemos saber si este tratamiento se le realizó durante el funeral o si la tumba fue reabierta. Este ritual especialmente cruento indica que se la temió y mucho. Quizá fuera una suicida o una bruja.

EL PASO DE LOS RITUALES PAGANOS AL ENTORNO CRISTIANO

Desde tiempos paganos se creía que las hechiceras, al morir, se convertían en vampiros. Antes de la llegada del cristianismo los sospechosos de convertirse en retornados eran enterrados rápidamente y de cualquier manera, sin ajuar funerario (como estos ejemplos, salvo el que mostraba una moneda en su boca), sin ningún tipo de preparación, y sin duelo. Se les enterraba allí donde se encontraba el cuerpo, o en algún lugar alejado del cementerio.

Con la llegada del cristianismo, aunque lo habitual era enterrar a los difuntos en el cementerio, si alguno levantaba sospechas, se le aplicaba alguno de los viejos ritos. En el siglo XI, San Otón de Bamberg, obispo y misionero alemán convirtió al cristianismo a buena parte de los habitantes de Pomerania. Prohibió que cubrieran con ramas las tumbas de los sospechosos de volver; pero se mantuvieron las viejas prácticas. A la lista pagana de los que se podían convertir en vampiro se añadieron los que vulneraban los mandamientos de la nueva fe. Los que infringían el quinto mandamiento, los asesinos que no se arrepentían, estaban entre ellos. Y también los suicidas, y las parturientas que morían al dar a luz o los que habían sido asesinados. Todos ellos, en función de su muerte repentina, morían sin confesión ni viáticos. Se les enterraba cuanto antes fuera del cementerio en una tumba no consagrada detrás de la valla del cementerio, o en los caminos. No recibían las oraciones típicas. De igual modo se hacía con los niños que morían sin ser bautizados, o sin llegar a época adulta, o los que habían nacido de relaciones poco convencionales. Los niños bautizados estaban sin pecado según la nueva fe, pero aún así, ante la duda sobre su estado, se prefería enterrarlos en lugares apartados o detrás de la valla del camposanto. A veces se enterraban bajo cruces en los caminos.

Los eslavos paganos eran tolerantes con otras religiones. Recibieron bien el cristianismo y adaptaron algunas de sus costumbres. Las monedas en los entierros pueden haber sido una reminiscencia de la costumbre de depositar ajuar funerario en las tumbas. Aunque vistas con desconfianza, algunas de estas prácticas parece que fueron toleradas por la Iglesia sin apoyarlas abiertamente. Por su parte la Iglesia ofreció sus propias soluciones, tales como misas y oraciones, para los casos en los que se pensaba que un difunto pudiera ser peligroso. Pero la gente, a caballo entre la religión antigua y la nueva, trataría de aplicar los procedimientos antiguos además de los nuevos.

CONTROVERSIA

No todos los especialistas están de acuerdo a la hora de interpretar los enterramientos «desviados» que se han encontrado en Polonia. Algunos autores, como Arkadiusz Koperkiewicz[3], del Instituto de Arqueología de la Universidad de Gdansk, advierten de lo apresurado que puede ser calificar este tipo de enterramientos inusuales como el resultado de prácticas antivampiros. Incluso sugiere que quizá se trate de muestras de piedad, arrepentimiento o penitencia. He resumido algunas de sus conclusiones, vertidas en un trabajo publicado en la misma revista que el trabajo de M. Garas, aquí.

FUENTES

Artículos y obras citadas

  • [1] Garas M (2010) Pochówki atypowe na cmentarzyskach zachodniopomorskich w dobie chrystianizacji. In: Skóra K, Kurasiński Teditors. Wymiary inności: Nietypowe zjawiska w obrezędowości pogrzebowej od pradziejów po czasy nowozytne Lódz, Poland: Acta Archaeological Lodziensia 56. pp. 51–64. Disponible aquí.
  • [2] A. Porzeziński, Wczesnośredniowieczne cmentarzysko szkieletowe na stanowisku 2a w Cedyni, województwo zachodniopomorskie, Szczecin 2006.
  • [3] Koperkiewicz, A. (2010). Święci czy przeklęci? Kilka refleksji o anomaliach w pochówkach wczesnośredniowiecznych. En: Skóra K, Kurasiński Teditors. Wymiary inności: Nietypowe zjawiska w obrezędowości pogrzebowej od pradziejów po czasy nowozytne Lódz, Poland: Acta Archaeological Lodziensia 56. pp. 65-77. Disponible aquí.

CRÉDITOS DE IMÁGENES

  • Los gráficos han sido extraídos del artículo de Garas, que a su vez los obtuvo de Porzeziński.

© 2022. Del texto y traducciones, Javier Arries

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© 2021. Diseño y contenido por Javier Arries

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