Hrapp, un vampiro vikingo
(950)
UN RETORNADO DEL FRÍO NORTE
¿Vampiros vikingos? A muchos les sorprenderá saber que los retornados y los muertos que regresan de la tumba para matar a los vivos no son raros en la literatura y el folklore nórdico. El caso del que nos vamos a ocupar a continuación lo protagoniza un islandés llamado Hrapp, un caso que el benedictino Dom Calmet retomaría también en su archiconocida obra sobre vampirismo que muchos consideran como el primer tratado de vampirología. Situémonos pues en el frío norte, en la Islandia colonizada por vikingos noruegos, en el tiempo en que los los paganos nórdicos aún asolaban las costas europeas.
La Laxdœla Saga, la Saga de la gente de Laxárdalur, es una saga islandesa, un relato escrito donde se narra la historia del clan Laxárdalur. Se compuso alrededor del año 1245. Se conjetura que su autora fue, probablemente, una mujer que escribió la saga en el extremo occidental de Islandia. En el capítulo XVII de la misma se cuenta la historia de Hrapp, un islandés, hijo de un escocés y de una mujer de las islas Hébridas, que mató a mucha gente después de muerto.
A menudo las sagas ofrecen datos geográficos y temporales muy precisos y algunos de los lugares que mencionan conservan aún el mismo nombre y son lugares que se pueden visitar. En un capítulo de la Laxdœla Saga se nos dice que Hrapp vivía en Salmon-river-Dale, en la rivera opuesta, en un lugar que después sería llamado Hrappstead. Los hechos se sitúan en el año 950.
Hrapp fue un hombre muy violento y temido por sus vecinos en vida. Un día se sintió enfermo y vio que su fin estaba cerca, de modo que llamó a su mujer, Vigdis, hija de Hallstein, y le dijo: "Nunca he estado enfermo en toda mi vida, por lo tanto, es muy probable que esta enfermedad ponga fin a nuestra convivencia. Cuando esté muerto, quiero que se excave mi tumba en la puerta de mi salón, y que se me ponga allí, de pie en la puerta, de este modo veré todo lo que se hace en mi casa." El salón era la estancia principal en una casa nórdica. En ella se cocinaba sobre el fuego y servía de lugar de reunión.
Lo siguiente lo traducimos de una versión en inglés de la saga:
«Murió Hrapp, y se hizo todo conforme a lo que dejó dicho, pues Vigdis no se atrevió a hacer otra cosa. Y la maldad con que se había portado en vida aún fue mayor ahora que estaba muerto, pues caminó de nuevo tras su muerte. La gente decía que en sus aparaciones había dado muerte a la mayoría de sus sirvientes. Causó grandes disturbios a aquellos que vivían cerca, y la casa de Hrapp fue abandonada. La esposa de Hrapp, Vigdis, se fue al oeste a vivir con Thorstein Surt, su hermano. Él la recibió a ella y a sus bienes. Y ahora las cosas eran como antes, cuando los hombres buscaban el consejo de Hoskuld, a quien contaron todos los males que Hrapp estaba cometiendo contra ellos y le pidieron que se hiciera algo para poner fin a esta situación. Hoskuld dijo que lo que debería hacerse: fue con algunos hombres a Hrappstead, y se desenterró a Hrapp, y se lo llevaron a un lugar en el que el ganado pudiera pastar cerca ni nadie pasara por allí. Después de aquello los paseos de Hrapp disminuyeron. Sumarlid, el hijo de Hrapp, heredó las riquezas de Hrapp, que eran muchas. Cuando llegó la primavera Sumarlid estableció su hogar en Hrappstead; pero después de residir allí algún tiempo sufrió un ataque de pánico, y murió poco después. Ahora fue el turno de la madre, Vigdis, de heredar todas las riquezas; pero como ella no quería ir a Hrappstead. Thorstein Surt tomó dichas riquezas a su cuidado. Thorstein era viejo por entonces, pero era uno de los hombres más saludables y fuertes.»
Pero las andanzas de Hrapp no acaban aquí. En el capítulo 24 de la saga un granjero llamado Olaf quiso comprar Hrappstead a Thorkell Trefill, marido de una de las hijas de Thorstein Surt, que había heredado la propiedad. Se realizó la transacción y se convirtió en el nuevo propietario. Tenía el ganado repartido al cuidado de dos capataces. Un día uno de los capataces le dijo que quería que le cambiaran el trabajo. Oliéndose algo extraño Olaf fue con él hacia el redil llevando su lanza y al capataz. La puerta estaba abierta, de modo que le dijo al capataz que fuera metiendo el ganado dentro mientras él lo iba conduciendo. El capataz fue hacia la puerta pero al llegar Olaf se sorprendió cuando le vio haciendo aspavientos con las manos. Al preguntarle que ocurría el hombre le dijo que Hrapp estaba en el camino de la entrada, y que el difunto se fue hasta él, pero que había tenido miedo de luchar. Olaf fue hacia la puerta y asestó una lanzada a Hrapp, el cual, al recibir el impacto, se giró quebrando la lanza. El hierro quedó dentro del cuerpo del draugr. Olaf quiso correr tras él, pero desapareció. Ató el ganado con ayuda del capataz y fueron a casa. A la mañana siguiente Olaf fue donde estaba enterrado Hrapp y cavó para sacar el cuerpo fuera. Estaba incorrupto. También encontró la lanza. Hizo una pira, quemó el cuerpo, y arrojó las cenizas al mar. Desde entonces Hrapp no volvió a causar más problemas.
HRAPP REAPARECE COMO HARPPE EN LAS OBRAS DE VAMPIROLOGÍA
Dom Calmet se ocupó de este vampiro nórdico en la página 25 del capítulo V de la edición de 1751 de su Dissertation sur les revenants en corps, les excommunies, les oupirs ou vampires, brucolaques. Traducimos, desde el original en francés, lo que Calmet dice acerca de este revenant de tierras nórdicas:
«Haralde o Hrappe, danés, que se hizo enterrar a la entrada de su cocina, y que se apareció tras su muerte, fue herido por un tal Olaüs Pa, quien se dejó el hierro de su lanza en la herida; parece ser que este danés se aparecía posteriormente con su propio cuerpo. ¿Era un alma quién le daba movimiento, o un demonio que se servía del cuerpo para inquietar y espantar a los vivos? ¿Lo hacía por sus propios medios o con permiso de Dios? ¿Y que gloria a Dios, qué ventaja a los hombres podría venir de esas apariciones? No se pueden negar todos estos hechos narrados de manera tan detallada por autores esclarecidos, y que no tienen interés alguno, ni deseo alguno de engañarnos.»
Como vemos se dice erróneamente que Hrapp (ó Hrappe, según el original francés), era danés. Se trata de una reseña muy breve. Pero en la más antigua edición de 1746 Calmet vuelve a hablar del caso en la página 423 (capítulo LXIII), en un fragmento que también aparece en la edición de 1749 y que fue eliminado, junto a otro material, de la versión de 1751. De nuevo traducimos del original francés:
«Thomas Bartholin, al que ya he citado, habla de una antigua maga llamada Landela, que en una obra que nunca llegó a imprimirse, como un hombre llamado Harppe ordena a su esposa que tras su muerte se le entierre, completamente recto en la puerta de su cocina, para poder ver mejor lo que pasaba en su casa. Su mujer ejecutó fielmente sus órdenes, y tras la muerte de Harppe, se le vio a menudo por el vecindario, golpeando a los trabajadores y molestando de tal modo a los vecinos que nadie quería permanecer en el pueblo. Un tal Olaus Pla, fue lo suficientemente valiente como para atacar al espectro, asestándole un poderoso golpe de lanza, cuya punta se quedó en la herida. El espectro desapareció y al día siguiente Olaus hizo abrir la tumba del muerto, allí estaba su lanza dentro de la herida: el cuerpo de Harppe estaba incorrupto. Fue extraído de la tierra y quemado, y las cenizas fueron arrojadas al mar, y no volvió a aparecer más.»
Parece que la obra de Bartholin, citada por Calmet, también confunde erróneamente la saga y su nombre Laxdœla con el nombre de una supuesta hechicera de nombre Landela. Es un error fácilmente explicable si pensamos que la palabra sage en francés significa sabio, y por extensión era un nombre que solía aplicarse a los magos. Seguramente Bartholin interpretó "la sage", como "la mujer sabia" ó "la maga". Señalemos también que en este fragmento Calmet reescribe el nombre de Hrapp como Harppe, nombre con el que sería más conocido en la bibliografía posterior.
Acto seguido Calmet se hace interesantes preguntas tratando de buscar alguna explicación a estas apariciones:
«Su cuerpo salía realmente de la tierra cuándo se aparecía, y era palpable y vulnerable, puesto que la lanza se encontró en la herida. ¿Cómo salía de su tumba? ¿Y cómo regresaba a ella? Ahí está el quid de la cuestión; ya que encontrar la lanza y herida sobre su cuerpo, eso no debe sorprendernos, pues se asegura que los hechiceros que se metamorfosean en perros, en lobos, en gatos, etc.; reciben en sus cuerpos humanos, y en las mismas partes, las heridas que reciben allí donde son golpeados.
Pero suponiendo que sus cuerpos no se mueven de sus tumbas, que son sólo sus fantasmas lo que se aparece ante los vivos, ¿cuál será la causa qué produce esos fantasmas? ¿Quién los mueve? ¿Quién los anima? ¿Será el alma del esos difuntos qué aún no les ha abandonado, o algún demonio qué les hace aparecer bajo un cuerpo prestado y fantástico? Y, si se trata de cuerpos fantásticos, ¿de dónde proceden las lesiones qué se encuentran en sus propios cuerpos? Y caemos así en la dificultad de saber si se trata de apariciones naturales o milagrosas.»
Capítulo de Historie des Vampyres donde se narra el caso de Harppe.
Collin de Plancy, en el capítulo IV de la primera parte de su Histoire des Vampires et des Spectres Malfaisans (París, 1820), también hace referencia a la obra de Thomas Bartholin, autor del siglo XVII, que se ocupó del caso. Este autor, según recoge Collin de Plancy, afirma que los espectros malignos abundaban en Dinamarca. Traducimos del original francés:
«Thomas Bartholin asegura que los antiguos daneses peleaban con frecuencia con los espectros, que infestaban su país; y los escribanos de nuestros tiempos bárbaros cuentan mil historias de espíritus malignos que atormentan a las gentes del Norte.»
Pero no es hasta el capítulo IV de la segunda parte que nos refiere lo que este autor, y el propio Calmet, decían sobre el caso de Harppe. Traducimos del francés original:
«Thomas Bartholin, que escribió en el siglo 17, habla, tomando como referencia la obra de una antigua maga llamado Landela, que nunca se llegó a imprimir, de un personaje que debió ser del siglo 13 ó 14. Un hombre que se hacía llamar Harppe, estando a punto de morir, ordena a su mujer que se le entierre delante de la puerta de su cocina, para no perderse el olor de los raguts que tanto le gustaban y poder ver a sus anchas todo lo que pasaba en la casa. La viuda ejecutó dócil y fielmente todo lo que le mandó hacer su marido. Pero algunas semanas después de la muerte de Harppe se le vio aparecer a menudo bajo la forma de un fantasma horroroso, que golpeaba a los obreros, y molestaba de tal modo a los vecinos que nadie osaba permanecer en la ciudad.»
Les Vampires. Ilustración de Histoire des vampires et des spectres malfaisants (1820), de Collin de Plancy
No obstante, un campesino llamado Olaüs Pa fue lo suficientemente valiente como para atacar al vampiro: le golpeó con la lanza, y la dejó en la herida.
El espectro desapareció, y al día siguiente Olaüs hizo abrir la tumba del muerto; hallaron su lanza en el cuerpo de Harppe, en el mismo sitio en el que había golpeado al fantasma. El cadáver no estaba corrupto. Fue arrojado a tierra, se le quemó y sus cenizas fueron echadas al mar; y así fue como se liberaron de sus apariciones funestas.
Y continúa Calmet:
El cuerpo de Harppe salía realmente de la tierra cuándo él se aparecía. El cuerpo debía ser palpable y vulnerable, ya que en encontró la lanza en la herida. ¿Cómo salía de su tumba? ¿Y cómo volvía? Ahí está el quid de la cuestión; ya que encontrar la lanza y herida sobre su cuerpo, eso no debe sorprendernos, pues se asegura que los hechiceros que se metamorfosean en perros, en lobos, en gatos, etc.; reciben en sus cuerpos humanos las heridas que sufren cuando están en los cuerpos de los que se han revestido, y con los que se aparecen.>> D. Calmet habría podido apoyarse en muchas y buenas historias que prueban que los espíritus no tienen necesidad de tomar cuerpos prestados para recibir las heridas que se les infringe. A una religiosa del monasterio de Hoven se le apareció el diablo en el dormitorio de las monjas; ella le dio tal golpe que el diablo se dio a la fuga.»
Se atribuye erróneamente en este texto la antigüedad del caso a los siglos XIII ó XIV. Además de Plancy transcribe como Landela el Lendela de Calmet. Como sabemos no se trata de una maga, sino del nombre de la saga que cuenta las aventuras póstumas de Harppe.
El caso fue recogido también en la colección de relatos vampíricos Infernalia, de Charles Nodier, publicada en París, en 1822, en una cita, que no reproducimos aquí por ser prácticamente idéntica a la de la obra de Collin de Plancy.
© 2008. Del texto y traducciones, Javier Arries